Ya comienza el nuevo curso, y con él mis colaboraciones quincenales en el diario digital esdiario.com/ComunidadValenciana, sobre temas concernientes a la inclusión social y la discapacidad.
El de hoy se llama "Sin escaño accesible".
Y es que, haya repetición electoral o la legislatura continúe, Pablo Echenique y su silla de ruedas eléctrica seguirán ocupando un sitio en el gallinero del Congreso de los Diputados.
El de hoy se llama "Sin escaño accesible".
Y es que, haya repetición electoral o la legislatura continúe, Pablo Echenique y su silla de ruedas eléctrica seguirán ocupando un sitio en el gallinero del Congreso de los Diputados.
Espero que os parezca interesante.
Como siempre, podéis leerlo desde este enlace al diario o aquí en el blog, en el texto que sigue a continuación:
Sin escaño accesible
La reivindicación por la accesibilidad universal siempre tiene que
estar presente. No solo es una obligación moral de las sociedades justas
y avanzadas, también constituye un derecho recogido en la Ley de
Accesibilidad Universal del 4 de diciembre de 2017.
Es obvio que en los últimos años se ha avanzado, pero todavía queda
lejos la sociabilidad necesaria para que las personas con discapacidad
puedan desplazarse y acceder a muchos lugares. Ejemplos de cuanto queda por hacer
es fácil verlo a diario en infinidad de calles, en cantidad de
comercios y locales públicos y en los transportes más básicos…, también
en el Congreso de los Diputados.
Muchos recordarán que esta legislatura que amenaza fallida (la izquierda siempre contra la izquierda), comenzó con un hecho de lo más peculiar, llenando titulares de prensa y minutos de informativos.
Era la sesión que constituía la XIII legislatura, en la que se votaba a la presidenta del congreso junto al resto de la mesa. La anécdota tuvo como protagonista a Agustín Javier Zamarrón, presidente de la mesa de edad, un personaje de poblada barba blanca, aspecto valleinclanesco y hablar decimonónico cuando al final de la votación dijo aquello de «dejen expedito el pasillo del tercio izquierda que tenemos que ir con la sacra urna a ver al señor Echenique».
El señor Zamarrón llamó la atención de todos por su aspecto y su modo de expresarse, tan educado como pasado de moda, siguiendo al ujier que portaba aquella «sacra urna» a través del hemiciclo, subiendo los numerosos escalones, abriéndose paso entre las muchas señorías que atestaban la escalinata en pie, de charla y estorbando, y por fin, cuando llegaron a lo más alto, bajo las columnas, casi entre penumbra, apareció el secundario de esta historia, el diputado señor Echenique, a quien su silla de ruedas eléctrica le condena a estar aislado y lejos de su propio grupo político, porque las bancadas y la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados no son accesibles.
Es lo que parece curioso de verdad, casi diría increíble, que quien se llevara el protagonismo en aquel momento fuese el señor Zamarrón, por muy anecdótico y simpático que resultasen su semblante y sus formas, en lugar de Pablo Echenique. Yo eché en falta que el suceso hubiese dado pie a la controversia por la falta de acceso en lo que dicen es «la casa de todos», pero no la hubo; quizás es porque ya nos hemos acostumbrado a la cotidianeidad de lo injusto.
Debería hacernos pensar por qué todavía en estos tiempos se siguen dando casos así, y más en lugares emblemáticos como este. No sé si es posible hacer el Parlamento accesible, tan señorial y lleno de escalones como está, aunque mucho me extrañaría que no se le pudiera dar alguna solución. Cosas más complicadas se han visto.
Pablo Echenique es una persona con carácter, y a pesar de ello lleva con bastante chanza todo el tema de su discapacidad, algo que me parece genial, muchas veces hay que echar mano del humor para amortiguar las situaciones más adversas, pero quizás él mismo debería exigir que una situación así se solucionara, iniciar una protesta reclamando su derecho a la tribuna del congreso, el que le han otorgado los españoles con sus votos, como en su momento hizo El Langui parando aquel autobús, hablando desde su posición de diputado y portavoz de un partido como Unidas-Podemos, en nombre de las miles de personas que cada día tienen que sortear esos mismos escalones en su vivir cotidiano. Son personajes públicos que acaparan constantemente el foco mediático. Su voz sonaría fuerte y sin duda sería una petición emblemática, daría una visibilidad difícil de superar.
En pocos días sabremos si definitivamente se llega a acuerdo para formar gobierno, la repetición de elecciones puede resultar incierta y el resultado quizás alarmante, es muy posible incluso que entonces se repitiera un momento similar al sucedido aquel 21 de mayo, tan extravagante y gracioso.
Pero sea como sea, haya repetición electoral o la legislatura continúe, Pablo Echenique seguirá ocupando un sitio en el gallinero del congreso. El que le dejan por ser una persona con movilidad reducida.
Podéis leer el resto de mis artículos accediendo desde este enlace
Muchos recordarán que esta legislatura que amenaza fallida (la izquierda siempre contra la izquierda), comenzó con un hecho de lo más peculiar, llenando titulares de prensa y minutos de informativos.
Era la sesión que constituía la XIII legislatura, en la que se votaba a la presidenta del congreso junto al resto de la mesa. La anécdota tuvo como protagonista a Agustín Javier Zamarrón, presidente de la mesa de edad, un personaje de poblada barba blanca, aspecto valleinclanesco y hablar decimonónico cuando al final de la votación dijo aquello de «dejen expedito el pasillo del tercio izquierda que tenemos que ir con la sacra urna a ver al señor Echenique».
El señor Zamarrón llamó la atención de todos por su aspecto y su modo de expresarse, tan educado como pasado de moda, siguiendo al ujier que portaba aquella «sacra urna» a través del hemiciclo, subiendo los numerosos escalones, abriéndose paso entre las muchas señorías que atestaban la escalinata en pie, de charla y estorbando, y por fin, cuando llegaron a lo más alto, bajo las columnas, casi entre penumbra, apareció el secundario de esta historia, el diputado señor Echenique, a quien su silla de ruedas eléctrica le condena a estar aislado y lejos de su propio grupo político, porque las bancadas y la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados no son accesibles.
Es lo que parece curioso de verdad, casi diría increíble, que quien se llevara el protagonismo en aquel momento fuese el señor Zamarrón, por muy anecdótico y simpático que resultasen su semblante y sus formas, en lugar de Pablo Echenique. Yo eché en falta que el suceso hubiese dado pie a la controversia por la falta de acceso en lo que dicen es «la casa de todos», pero no la hubo; quizás es porque ya nos hemos acostumbrado a la cotidianeidad de lo injusto.
Debería hacernos pensar por qué todavía en estos tiempos se siguen dando casos así, y más en lugares emblemáticos como este. No sé si es posible hacer el Parlamento accesible, tan señorial y lleno de escalones como está, aunque mucho me extrañaría que no se le pudiera dar alguna solución. Cosas más complicadas se han visto.
Pablo Echenique es una persona con carácter, y a pesar de ello lleva con bastante chanza todo el tema de su discapacidad, algo que me parece genial, muchas veces hay que echar mano del humor para amortiguar las situaciones más adversas, pero quizás él mismo debería exigir que una situación así se solucionara, iniciar una protesta reclamando su derecho a la tribuna del congreso, el que le han otorgado los españoles con sus votos, como en su momento hizo El Langui parando aquel autobús, hablando desde su posición de diputado y portavoz de un partido como Unidas-Podemos, en nombre de las miles de personas que cada día tienen que sortear esos mismos escalones en su vivir cotidiano. Son personajes públicos que acaparan constantemente el foco mediático. Su voz sonaría fuerte y sin duda sería una petición emblemática, daría una visibilidad difícil de superar.
En pocos días sabremos si definitivamente se llega a acuerdo para formar gobierno, la repetición de elecciones puede resultar incierta y el resultado quizás alarmante, es muy posible incluso que entonces se repitiera un momento similar al sucedido aquel 21 de mayo, tan extravagante y gracioso.
Pero sea como sea, haya repetición electoral o la legislatura continúe, Pablo Echenique seguirá ocupando un sitio en el gallinero del congreso. El que le dejan por ser una persona con movilidad reducida.
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Que tengas buen fin de semana.
ResponderEliminarGracias, buena semana.
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