Tiempos de azúcar
Tiempos de color sepia,
recuerdos vividos de impuesta realidad,
cursos lánguidos y confusos
caminando a través de sendas
ungidas en vinagre y miel.
recuerdos vividos de impuesta realidad,
cursos lánguidos y confusos
caminando a través de sendas
ungidas en vinagre y miel.
Inocencia en blanco y negro,
en la que no sabíamos nada
ni cuestionábamos nada.
Mundo de hogar, escuela y barrio,
atropellando, a veces, destinos y vidas,
la que nos había tocado vivir.
en la que no sabíamos nada
ni cuestionábamos nada.
Mundo de hogar, escuela y barrio,
atropellando, a veces, destinos y vidas,
la que nos había tocado vivir.
Tiempos de cristal,
recuerdos de tiza,
del despertar a la aurora,
de ilusiones errantes
y de sueños de mantequilla,
de cariños hambrientos
y de unos tesoros enterrados
que no siempre supimos
(o pudimos) descubrir.
recuerdos de tiza,
del despertar a la aurora,
de ilusiones errantes
y de sueños de mantequilla,
de cariños hambrientos
y de unos tesoros enterrados
que no siempre supimos
(o pudimos) descubrir.
Porque eran los tiempos de azúcar,
envueltos en recuerdos de azahar.
Noches de añoranza y brisa de caracola,
lunas de azabache y sol de melocotón.
Alegres eran los juegos,
traviesos bajo el muro de piedra,
el mismo que rodeaba un árbol
consagrado al sentimiento.
Ese a cuya sombra duerme el niño que fui.
envueltos en recuerdos de azahar.
Noches de añoranza y brisa de caracola,
lunas de azabache y sol de melocotón.
Alegres eran los juegos,
traviesos bajo el muro de piedra,
el mismo que rodeaba un árbol
consagrado al sentimiento.
Ese a cuya sombra duerme el niño que fui.