Os invito a leer el artículo de esta semana en el que he querido
reflexionar sobre ese debate que no debería de existir: la vacunación
infantil.
Como siempre podéis leerlo en la columna de opinión del diario digital esdiario.com/CV: Vacunas
O aquí en el blog en las lineas que siguen.
O aquí en el blog en las lineas que siguen.
Espero que os parezca interesante.
—Yo no vacuno a
mi hijo porque las vacunas son un negocio.
—¿Sabe cuál es otro negocio? Vender ataúdes chiquitos...
(Dr. House)
—¿Sabe cuál es otro negocio? Vender ataúdes chiquitos...
(Dr. House)
Solía
contarme mi madre aquellos viajes al amanecer, cuando me llevaba arropado entre
mantas sobre sus brazos cálidos, en
alto, rígidos y extendidos porque todos le decían que era lo mejor para mis
piernas de plastilina, embarazada del cuarto hijo y con la nieve cubriendo sus
tobillos, los labios tiritando, esperando un autobús que enlazábamos con el
metro, minutos interminables, camino de la machacona y diaria rehabilitación en
el hospital del Niño Jesús. Luego, hacia el descollar del mediodía regresábamos
a casa con apremio. Yo, a dormir el agotamiento en la penumbra, ella, nerviosa,
con las prisas obligadas por preparar la comida de mis hermanos que volvían del
colegio.
Mi
madre aun tardaría varias décadas en conocer que una simple vacuna podría
haberme librado de esa polio que reclamaba como una sanguijuela toda la
abnegación y el esfuerzo que le podíamos entregar.