Raquel se acercó
con una enorme sonrisa a la hermosa higuera que estaba discretamente situada en
un rincón de la acogedora casa de campo, donde tantos veranos habían pasado
juntas, ella y Milagros, su amiga de
toda la vida y la actual propietaria de la casa. Como tantas veces hiciera en
el pasado, rebuscó entre las hojas, examinando detalladamente todos los frutos,
y fue escogiendo aquellos que parecían más apetitosos, hacía mucho tiempo que
no los probaba; casi tanto como el que hacía que no visitaba aquella casa. Cogió
tres, luego se sentó a los pies del árbol y se dispuso a disfrutar del momento,
antes tantas veces repetido y ahora evocador de tantos instantes felices.
LTeD 26.03.2023: Conociendo el CRE
Hace 5 horas