La
insolidaridad, la ignorancia y la estupidez tomaron presencia ayer en la
manifestación anti-vacunas y anti-mascarilla de Madrid.
Sin
respeto por el esfuerzo de tantos que trabajan contra esta pandemia, los
sanitarios que se dejan la salud cada día, el sufrimiento de quienes lo
padecen, la tristeza de quienes han fallecido y el dolor de quienes ni siquiera
pudieron despedirlos.
Puros
idiotas que desconfían de millones y millones de médicos y científicos,
tachándolos de vendidos al sistema, pero que no
dudan en creerse como un dogma de fe las marcianadas que cualquier gurú de tres
al cuarto suelta por algún canal de internet, las de quien dice curar el virus
con lejía, las majaderías de políticos fascistas e interesados o las de esos
famosos despeñados en su propia rechifla.
En
su egoísmo e ignorancia nunca sabrán lo que es vivir para siempre con secuelas
paralizantes por no haber recibido en su momento una vacuna como fue la de la
polio. Otros no tuvimos tanta suerte.
Las vacunas, so tontos, hacen eso, salvar vidas.
Quizás,
muchos de esos 2000 o 3000 "seres humanos" que ayer se dieron cita en
esa manifestación de Madrid, se merecerían pasar varias semanas intubados boca
abajo en la UCI de un hospital, saber de la experiencia de una enfermedad grave
y contagiosa. Que la vivan, que sobrevivan y..., que luego lo cuenten.