Un nuevo artículo sobre un hecho que me llamó poderosamente la atención. Lo he llamado "El precio de no vivir", el castigo de ser pobre solo es superado por el de ser pobre, mujer y discapacitada.
Creo que es interesante.
Podéis leerlo en este enlace o a aquí, en el texto que sigue a continuación.
El precio de no vivir
De modo casual veo el titular y algo me revuelve por dentro que me incita a leerlo "Una mujer y su hija discapacitada pactan suicidarse
tras pasar varias noches en la calle". Los hechos fueron que una mujer
de 55 años hizo un corte con un cuchillo en la muñeca de su hija de 28 y
luego ella hizo lo propio consigo misma. No hubo que lamentarlo porque un barrendero las descubrió
a tiempo en medio de un charco de sangre. Todo sucedió bajo los
soportales del Ayuntamiento de Torremolinos, donde las mujeres llevaban
varios días manifestándose con pancartas después de ser desahuciadas de
donde vivían.
Indagando un poco en el cuerpo de la noticia pude saber que ya han
sido echadas en varias ocasiones de otras viviendas y que solían recibir
ayudas municipales. Según la portavoz de servicios sociales "Se les han
dado todas las ayudas posibles, entre ellas incluirlas
en todos los planes de empleo, de tal manera que al menos una de las
dos pudiera tener trabajo; han recibido ayudas para pagar el alquiler,
la luz y el agua, pero las han desahuciado siempre por no pagar".
Desde principios de este año la madre percibía la renta mínima de
inserción, y la hija, que sufre una leve discapacidad psíquica y va en
silla de ruedas, tiene reconocido un grado III, es decir, de gran dependencia; todavía no ha recibido la prestación.
La realidad era que llevaban en riesgo de exclusión social
desde hace casi tres décadas, el expediente se les abrió en 1991,
imagino, aunque no lo dice el reportaje, que desde el nacimiento de la
hija y por la necesidad de cuidar de ella, con continuos desalojos que
las llevaba a dormir temporadas a la intemperie. Como sucedió en esta ocasión.
Desde la última expulsión habían trasladado todas sus pertenencias
hasta las puertas del Ayuntamiento, donde dormían entre cartones; sus
bienes, varias bolsas repletas de ropa y otros enseres, desaparecieron
rápidamente después del suceso.
Sus voces no vienen reflejadas en ningún momento del artículo. Yo las eché de menos.
Esta no es una noticia nueva, tiene ya varios meses,
de mayo concretamente. He tratado de buscar pero no he encontrado nada
más. Me quedo sin saber qué fue de ellas, la responsabilidad que le
puede quedar a la madre por cooperación al suicidio. Sin duda la
noticia, aun entonces de escaso eco, ya no da para más.
Y es entonces cuando me pongo a pensar en lo poco que importan unas
vidas insignificantes en este mundo que adora a los triunfadores. El
castigo por ser pobre solo es superado por el de ser pobre, mujer y
discapacitada.
Los informativos, esos que apenas se hacen hoy eco
de los cientos de desahucios que sigue habiendo en este país, cuentan
cómo en su mayoría las mujeres son las damnificadas, y que una gran
parte están afectadas por alguna discapacidad o con personas
dependientes a su cargo. Ellas son siempre las más vulnerables, las más
ignoradas. Es tan injusto como real.
Es difícil imaginar lo que llevó a esta madre y a su hija a pactar un suicidio,
o quizás no lo es tanto. El hartazgo de vagar de un lado para otro sin
un techo fijo, hay demasiados excluidos errando por ahí sin que a nadie
nos importe más allá de unas huidizas miradas entre el rechazo y la
lástima, viviendo de prestado y en la más absoluta precariedad, sin
recursos y sin nada a lo que agarrarse, empujando una silla de ruedas
durante años y años sin saber si le queda algún futuro.
Me entristece mucho esta historia. Quizás alguien, a
quienes corresponda, tendría que valorar que no todo es tener un plato
servido en un centro de caridad. Y es que detrás de todo el desamparo,
de esos sueños rotos al amanecer, son personas que un día fantasearon
que podrían ser felices. Porque sin ilusión, sin esperanza, ¡Quién desea
vivir!
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Muy triste historia, sin dudas.
ResponderEliminarUn abrazo
Es una historia bastante tremenda y triste, Monica, da que pensar en esta sociedad, el modo en que tanta vidas se van quedando atrás.
EliminarGracias y un abrazo.