Humor y discapacidad, este es el nuevo artículo que he publicado en
esdiario de la Comunidad Valenciana. ¿Como aceptamos la ironía y el
humor las personas con discapacidad?
Como siempre podéis leerlo desde este enlace a esdiario o también a continuación, en las lineas que siguen.
Como siempre podéis leerlo desde este enlace a esdiario o también a continuación, en las lineas que siguen.
Espero que os parezca interesante.
Humor y discapacidad
¿Dónde están los límites del humor?
Vivimos en una sociedad donde lo que prima es lo políticamente
correcto y parece cada vez más difícil salirse de ese esquema. Nos
estamos acostumbrando con demasiada facilidad a que a alguien le puedan
llevar a los tribunales por hacer los mismos chistes sobre Carrero
Blanco que todos contábamos hace cuarenta años, sentar en el banquillo
por un sketch sobre el Valle de los Caídos como ocurrió con el El intermedio o acusar de injurias a El jueves, esa satírica revista de muy mala leche con la que tantos hemos crecido.
Son estos, y otros casos en diferentes ámbitos (músicos, titiriteros,
actores, etc.), episodios graves y excesivos de que al humor muchos le
quieren poner límites. También es un síntoma claro de retroceso, de que algo no está funcionando como debiera.
Hoy no hay censura oficial, pero la censura existe; en muchas ocasiones
disfrazada de autocensura. Eso tan recurrente del “por si acaso”.
Luego está el reproche de calle, el que se vive de
modo particular y en los ambientes más cotidianos que, sin llegar a
aquellos extremos, también generan polémica, muchas veces intensa, y, en
ocasiones, incluso rechazo social.
Hoy existen muchos colectivos y la sensibilidad parece estar a flor
de piel. Yo aquí quiero poner el acento en el humor sobre o de personas
con discapacidad, que al fin y al cabo es de lo que se ocupa esta
columna de opinión. ¿Cómo se acepta por parte de las propias personas discapacitadas?
Aun admitiendo que haya quienes se molesten siempre he pensado que es necesario no exagerar ni hacernos los ofendidos.
Para bien o para mal que alguien resbale en la calle con una piel de
plátano siempre va a hacer que los demás se partan de risa. Pero, ¿y si
quien se cae es una persona con discapacidad? ¿provoca la misma risa?
Hacer broma sobre una situación o una característica no siempre es lo
mismo que reírse de alguien. Demasiadas veces la risa y la ofensa se
confunden. Por eso casi siempre el mejor humor, y el más sano, es el que
nace de uno mismo.
Me viene a la cabeza el campeón paralímpico de natación Xavi Torres,
a quién desde su nacimiento le faltan las cuatro extremidades, cuando
dice: “es una forma de normalizar la discapacidad. Es importante que
seamos nosotros los que hablemos de ella de una forma relativa. El
conocimiento lleva a la normalización y es lo que veo que sucede cuando
publico ciertas cosas".
Estos son dos ejemplos de la relatividad con que él se enfrenta a su propia realidad:
También la campeona paralímpica Teresa Perales saca a pasear de vez en cuando su vena más sarcástica:
O Juan Manuel Montilla, el músico y actor apodado El
Langui, ganador de dos Goya, que nunca muestra reparos en ironizar
sobre sí mismo en muchas entrevistas y sobre todo en sus monólogos, como
este en el que decía: "Me caí del pico de la cigüeña, caí en el Ikea y
me ensamblaron mal".
Ejemplos de gente popular que hace chistes de sus propias
discapacidades hay muchos, esas supuestas limitaciones que jamás les
impidió alcanzar grandes logros; y yo creo que está bien. Nada hay más
liberador que reírse de uno mismo. Bien conocido, y mil veces
reproducido en memes de todo tipo, fue el tweet que le envió Pablo Iglesias a Pablo Echenique,
utilizando una imagen icónica de Heidi y Clara, los personajes animados
de la serie de televisión. Sabido es el modo campechano con que recibe
el miembro de Podemos este tipo de gracias:
O aquel chiste de David Broncano en su programa de
televisión; "si se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, imagínate a
Echenique... ya es imposible, es imposible". A lo que el político de
Podemos respondió: “No sé si se pilla antes a un mentiroso que a un
cojo, pero mi silla va a 13km/h. RESPECT".
Por cierto, que tanto ese dicho popular “se pilla antes a un
mentiroso que a un cojo” como el de “quién se junta con un cojo, al año
cojo y medio” siempre me han parecido de un mal gusto tremendo. La sabiduría popular nunca tuvo reparos en mofarse del diferente si le servía para componer el argumento.
Todo lo referido son personajes que hacen sátiras de sus propias
limitaciones o que aceptan las que otros le lanzan con la normalidad de
la tolerancia como pauta. No todos lo entienden, pero
forma parte de su propia libertad reírse de sí mismos. Más complicado es
cuando la chanza la hace alguien que no vive esa realidad, dirigiéndose
además a la generalidad del colectivo.
Por mi parte reconozco que no tengo una opinión definida y clara al
respecto, quiero creer que el único límite debe de ser el de no agredir
la dignidad de las personas, y eso solo ocurre cuando se hacen con mala
fe, con la intención de buscar la risa mofándose de modo hiriente de las
características físicas o psíquicas de la gente.
Todos hemos escuchado alguna vez ese tipo de chistes ofensivos. Me vienen a la cabeza los de Arévalo
y otros humoristas de una trasnochada época sobre “gangosos” o
“tontitos (obviando aquí los de “mariquitas”), salidos de aquellas
rancias cintas de gasolinera y ciertos programas de televisión; sin duda
que la mayoría cruzaron la línea del respeto y la decencia, no solo por
lo que contaban sino también por el modo hiriente en que se contaban.
Este, creo, que es uno de esos topes que no se deben de traspasar. Justo
en el lado, casi educativo y genial, donde estaría la propia película
“Campeones”.
Quizás se puedan admitir sarcasmos e ironías, pero nunca burlas.
Por lo demás, Imagino que todo depende del prisma con el que cada
cual se mire en el espejo cada mañana. La propia sensibilidad a la hora
de aceptarlo y aceptarse. Todo es bien respetable.
Lo que sí sé es que el del humor es el sexto sentido que poseemos, el que sobre todo nos abre a lo más brillante de la vida.
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Magnífica exposición, amigo.
ResponderEliminarEs muy curioso el humor de las personas con discapacidad, he tenido la ocasión de conocer ciegos y escuchar sus chistes, que a veces afectan nuestro pudor, por parecernos ofensivos y que sin embargo ríen a carcajadas.
Creo que finalmente es la intención lo que hace que un chiste sobre el diferente sea gracioso u ofensivo. Y como la intención es subjetiva, no hay una línea divisoria definida.
Por último, me preocupa mucho esa intolerancia creciente que nos hace pensar si películas como La vida de Brian o Amanece que no es poco pudieran realizarse en este tiempo.
Un abrazo y felicidades por tu artículo.
Muchas gracias por el comentario Juan Carlos. La risa, si es sana, siempre es bienvenida.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo.
Muy válida reflexión y por demás de actual. Me sumo al comentario de Juan Carlos. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Mónica, otro fuerte abrazo paa ti.
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