Esta semana juevera, acogiéndome a las normas de Tésaro, voy a presentar dos relatos. El primero de ellos, que se llama precisamente "Superstición", lo publiqué aquí en el blog hace sólo unos pocos meses, pero como entra de lleno en el tema propuesto por Cristina, y el mensaje final me interesa promocionarlo, pues me he decidido por volverlo a colocar.
El segundo es un microrelato llamado "mal agúero" y es original para esta convocatoria. Son totalmente diferentes y espero que os gusten. Feliz jueves.
Superstición
Miré fijo al calendario, martes 13 de marzo, espero que
hoy no pase nada, pensé mientras suspiraba para aliviar la tensión. En ese
instante sonó el teléfono, mi corazón se aceleró, después de dudar un momento
descolgué el auricular.
Era la llamada, esa llamada tan importante y que tanto
tiempo llevaba esperando.
- Hoy no, por favor –
logré decir en voz alta tras colgar y mientras me derrumbaba en el sillón.
Al cabo de un rato, cuando por fin logré reaccionar, volví a
coger el teléfono para llamar a Marisa, mi mujer, debíamos ir juntos, eso
estaba claro. Le conté el contenido de la llamada y sobre todo le expliqué mis
dudas y mis temores sobre la conveniencia de aceptar o no. La angustia que me
empezaba a invadir era muy grande.
- Déjate de zarandajas
supersticiosas y piensa en lo que esa llamada te puede cambiar la vida – me
dijo mientras colgaba de sopetón.
Regreso a otro martes y trece. Me veo a mi mismo con quince
años, jugando en una alegre y alocada carrera y como aquella escalera en mitad
de la acera cae sobre mí cambiándolo todo. Fueron seis días de coma y tres
meses de rehabilitación, para cuando desperté ya nunca más volví a ser el
mismo.
Desde entonces y poco a poco mi vida empezó a girar
alrededor del temor a las supersticiones. Me volví pusilánime y temeroso;
velas, estampas de santos, horóscopos. Toda una parafernalia de ritos y manías
se apoderaron de mí. En casa no estaban permitidos los espejos por el temor a
que se rompieran, el pan siempre debía de estar boca arriba, la sal se cogía
depositándola previamente en la mesa y unas tijeras abiertas eran suficiente
motivo para que se iniciara una tremenda discusión. Y hoy, precisamente un
martes y trece, yo recibía la llamada más importante de toda mi vida.
Impaciente y nervioso esperé sentado en el sillón a que
llegara mi mujer. Temblaba como una hoja, conforme iba siendo más consciente
del hecho más abrumado me sentía, tenía la garganta seca como el esparto y me
sudaban las manos. Me parecía estar al borde del infarto.
Marisa por fin llegó, habló poco y actuó mucho, rápidamente
lo dispuso todo, con eficiencia y presteza, reemplazando con soltura el temor y
la cobardía que yo me empeñaba en demostrar. Su rostro marcaba inequívocamente un
profundo rasgo de preocupación y sus órdenes eran claras y directas, de quien
tiene muy claro los pasos a seguir, aunque no estaban exentas de una cierta
dulzura empática hacia mí. Finalmente, cuando ella lo creyó conveniente, me
hizo levantar del sillón del que no me había movido desde que colgué el teléfono
y, excitados y nerviosos como estábamos, salimos al fin de casa.
Ya habían pasado seis horas desde que recibí aquella llamada.
En este momento crucial las luces de mis sentidos se apagan y mi razón se
abraza a la esperanza. Mi futuro y sobre todo mi vida están ahora en manos del
cirujano y del personal médico que va a realizarme el trasplante de riñón que
espero desde hace ya tantos años. A ellos no parece preocuparles demasiado que hoy, precisamente
hoy, sea un señalado martes y trece.
Mal Agüero
Con el brusco volantazo evitó el atropello del animal, pero
no pudo evitar que el coche saliera volando por encima del quitamiedos hasta
aterrizar violentamente en la acequia del colector que atravesaba en el momento
justo del accidente. De repente todo en aquella noche aciaga se quedó oscuro.
El coche había caído bocabajo. Con manos temblorosas logró
deshacerse del cinturón de seguridad y con mucho cuidado intentó salir por la
ventanilla que con dificultad logró
abrir. Le dolía todo el cuerpo pero afortunadamente no parecía tener nada roto.
Al comenzar a salir se le hundió la cabeza en el agua; con gran esfuerzo pudo
contenerse la arcada que le produjo el nauseabundo olor que de allí salía.
Siguió avanzando lenta y pesadamente sin poder evitar tragar, de vez en cuando,
de aquella agua contaminada. El hedor irrespirable sumado al tremendo susto le
mareaba profundamente y el asco y la angustia que sentía empezaban a ser mayor
incluso que el dolor que soportaba.
Fue entonces, mientras se arrastraba penosamente por entre
aquella repulsiva y fétida corriente de agua, cuando recordó la estúpida
profecía que unos días atrás le hiciera aquella gitana mal encarada cuando,
tras asaltarle en las calles del barrio viejo, se empeño en leerle las rayas de
la mano:
¡Aaaaaay payo, mi
aaarma, endebe que te veo un futuro mu oscuro, arrastrante por entre toa la porquería
y tragando musha mierda si quiereh eshá p’alante!
Seguro que nos encanta José Vicente.
ResponderEliminarFeliz día y un fuerte abrazo
El de "Mal agüero" da mucho yuyu, pero está my bien, el otro también me ha gustado mucho, como dices tú son totalmente diferentes,el primero todo un canto a la esperanza y a borrar miedos y supersticiones.
ResponderEliminarMuy buenos.
Un beso
Me gustan mucho los dos relatos, son muy buenos.
ResponderEliminarBicos
El último ha sido genial! No es de risa, si yo te contara (aparte del clavazo) lo que nos dijo una mujer bajando la cuesta de la Alhambra... todavía se me pone la "carne de punta", o tenía mucha psicología o era un lince adivino!!!
ResponderEliminarBesito.
¡Ostras! El primero es una pasada, verdaderamente emotivo y con el segundo, me he reído con ganas con la estrofa final. Buen jueves, sí señor. Has hecho muy bien, José Vte., en "reeditar" porque muchas veces nos perdemos verdaderas maravillas, por falta de tiempo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Con este gobierno, la gitana acierta con todos los españoles...
ResponderEliminarMe han gustado mucho los dos relatos. No esperaba menos de ti, bueno, si, la verdad es que no me esperaba que participaras con dos, y me alegro mucho. :) En el primero queda claro que martes y 13 es simplemente una fecha más en la que te pueden pasar cosas buenas o malas. El segundo ya puede dar más que pensar a los supersticiosos, eso si, a pesar de todo el mal fario del pobre hombre, he terminado riéndome y todo con la última frase. Muchas gracias por compartir tus textos con todos nosotros en este jueves. Un beso.
ResponderEliminarAy las superticiones...yo no lo soy, o eso digo...pero me quedan cosas de mi madre * que lo era( y por ejemplo, no abro el paragüas dentro de casa o no pongo nunca los zapatos sobre la mesa jaaj, se que no es racional...pero la herencia es la herencia.
ResponderEliminarMal agüero...es que las gitanas saben mucho...y en estos tiempos que ocrren más...
Muy buenos los relatos jose
Besos
Seguro que son buenísimo, no escribo más y voy a disfrutar leyendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenos relatos si señor... El primero, lo entiendo. Una operación de esa envergadura no es ninguna tontería. Seguro que salió todo bien. Lo he leído corriendo para ver el final que no me ha defraudado.
ResponderEliminarEl segundo, pues me he reído. Cuando llegamos para vivir en Sevilla, al lado de la Catedral también nos asaltaron (literalmente) a mi marido y a mi unas gitanas y nos acojinaron, la verdad.
Pero como dice MariaJesusPerelada... así andamos los españoles jajajajaja
Mejor nos reiremos.
Besitos amigo.
Muy bueno Jose Vte. cómo te cunde. ;) Bss.
ResponderEliminar¿Y el segundo no fue cambien en Martes y trece?...jajaja
ResponderEliminarSalud
Traes el brazo caliente, que estás incontenible de escribir y cuánto disfruto de tu gran imaginación y creatividad. Me gustó mucho el contraste que hiciste con las dos historias.
ResponderEliminarTe mando un abrazo de foto. Ay si, pues porque nomás con los de allá y los amiguitos extra tu tierra qué, qué nos dejas? jajaja. Te dejo mucha alegría mi amigazo.
jejeje...nos has planteado dos maneras de enfrentar la mala suerte, con miedo y sometimiento o con abnegación y valor.
ResponderEliminarMe ha hecho mucha gracia la manera de adivinarte el futuro que tuvo la gitana!
=)
un abrazo
Los dos relatos son magnificos
ResponderEliminarUna gran contribuccion para este jueves
Besitos
acabo de leer el primero...
ResponderEliminarme interesa de él la tensión que has sabido crear...esta tensión adquiere sentido al final, cuando se desvela la acción...pero...y no sé si será curioso o no..a mí me ha dado la sensación de que una vez leído, el desasosiego continúa...la tensión se ha convertido en desasosiego. y es debido a ello que puedo decir que me ha gustado...
voy a por el segundo...
del segundo echaré o dejaré pestes,pero no para el autor del texto, si no para la amldita gitana-agorera...¡no te jode! me ocurre algo así y si salgo vivo, esta adivina deja de advinar por mucho mucho tiempo...¡¡¡
medio beso.
Ese es el futuro que nos espera a muchos con este gobierno, la gitana lo tenía fácil.
ResponderEliminarYo no soy supersticiosa que dicen que trae mala suerte, jeje.
Besos
He pasado un rato muy ameno. Ambos relatos me ahn gustado. El del martes 13 da mucho que pensar. Tan solo imaginarse uno que va a ser operado un día asi. En cuanto a mal aguero mejor es mantenerse alejado de los videntes. Mejor es ni saber lo que el destino le depara a uno.
ResponderEliminarHola José Vicente:
ResponderEliminarTengo apoyado el ratón en la mesa de madera, o sea que mientrtas la escribo la toco, ja, ja...
Estupendos relatos.
Sabes ya me he leido más de la mitad de tu libro.
Un beso para ti y pada Concha, Montserrat
Están muy bien los dos relatos. Tienen un final sorprendente, una lectura ágil y con ganas de seguir leyendo para llegar al final.
ResponderEliminarUn abrazo
Ja, ja con la gitana, me recuerda el chiste ese tan malo, "ojalá pinches las cuatro rueda y tengas que darles aire con un embudo y un abanico" que si que somos, bueno soy, bastante receptivo con la mala suerte, en mi casa no se le ocurrirá a nadie poner el pan al revés, o abrir las tijeras en la mesa, y si se rompe un espejo mejor ni hablar, menos mal que no hay escaleras tan grandes en casa para poder pasar por debajo de ellas, pero cuando las veo en la calle puesta por los operarios de la luz o telefonía siempre doy un rodeo, ya sabeis, menos mal que con esto de las crisis no se ven muchos gatos negros ¿porqué será?
ResponderEliminarBueno se me olvidaba los relato como siempre geniales¡¡
ResponderEliminarInteresantes ambos relatos. La superstición no lleva a ningún lado. Creencias fuera de toda demostración científica.
ResponderEliminarMira, voy a probar hacer "un conjuro", de unos temas que tengo pendientes, haber si invocando a las fuerzas sobrenaturales, se cumple lo que pretendo ...¡jejejeje!...ya te contaré.
Recibe mi recuerdo con muchos besos.
Le estaba ocurriendo la cosa más importante de su vida y seguía pensando que tal vez no era el día más indicado por ser martes y 13. En la misma circunstancia le había sucedido algo muy malo y algo muy bueno. Queda patente que el signo es meramente anecdótico y nada determinante.
ResponderEliminarEn cuanto a la segunda historia, como decimos por mi tierra, la gitana le echó el mal fario. Más le hubiera valido no haberse dejado echar la "mala ventura".
Un abrazo.
Ambos relatos, excelentemente bien contados, nos dejan pensando, haciendo cruces contra tanta superstición... aunque a veces.... en fin, que no, que no quiero creer en gatos negros ni en martes trece. Sin duda una gitana así, te predispone hasta el final, somos tan sugestionables...
ResponderEliminarEsa frase final, ahora que los conozco y ubico los acentos de algunas regiones, me encantó y juro por la luz que me alumbra que se la oí decir a la gitana!!! ( ups... se vino un apagón!!)
besos y abrazos mil, Jose Vicente
Recuerdo el primer relato, que me dejó tan intrigada como al principio, pues te deja con esa sensación de angustia sobre la vida y la muerte.
ResponderEliminarEl segundo es genial, la gitanica de mal agüero le puso el futuro fangoso, jeje.
Un abrazo.
Dos estupendos relatos! Muestra de que los seres podemos tener nuestros miedos y debilidades, y al no afrontarlos como una cuestión que concierne a algo muy íntimo y propio, dejamos en manos de la suerte, (o la mala suerte) ese destino que tememos.
ResponderEliminarMe han gustado mucho ambas propuestas... Un gusto leerte una vez más.
Besos al vuelo:
Gaby*
Jose Vicente hoy haas dado vueltas a las tuercas, dos relatos bien distintos por ello doblemente felicidades. El primero emotivo y atrapante, un final que no esperaba Y bueno con el segundo me he reido, hace ya muchos años una gitana, me tomo la mano yo era una chiquilla y le decia que no tenia dinero, ella lo mismo da "paya" pues bien, el como acertó, porque acertó digo yo que seria "suerte" jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
muy buenos los dos relatos y que me han gustado...
ResponderEliminarprimero un martes 13 no se... de mal o buen agüero solo depende de donde lo mires, pues si el primero fue fatal, el segun de manera imperiosa no tiene que ser mortal jajaja... si no que realmente genial, pues si ya pasaste por algo muy malo ahora viene lo bueno creo yop
y el segundo mira, mira que a veces suelen suceder algunas cosas que... quizás algunos te avisan pero siempre amigo sin perder la buena fortuna pues despues de andar en medio del fango, puedes conseguir andar entre nubes y un río muy manso... y que es la vida sin aquella agua podrida de la que muchas veces solemos salir con mucho dolor y esfuerzo pero... logramos resistir
Aunque llego un poco tarde, merecio la pena leerte y disfrutar de estos dos magnificos relatos. Del primero, destacar que a veces un reves en la vida nos hace agarrarnos a todo tipo de soluciones, las humanas, las divinas y las otras.
ResponderEliminarEn cuanto al maleficio de la gitana... yo cuando me las veo venir, cruzo de acera, por si acaso jajajajaja.
Un beso
Ay, comprensible el prinero, digamos que dados los avances medicos y retrocesos burocraticos, recibir el transplante es un golpe de suerte.
ResponderEliminarEl segubdo muy divertido.
Abtazos.
Querido Jose Vicente:
ResponderEliminarSin ser martes trece, yo tengo mis días personales en que no puedo mas, en que me cuesta hasta respirar. esos días son en agosto. Pero conseguí el año pasado hacerle frente con mucha fortaleza de mi parte, Y eso que te lo dice la maniatica de quemar la ropa de los días de las malas noticias...
Muy buenos relatos ambos. 12 puntos para ti :)
Wendy
Que excelente publicación, me ha encantado visitarte.
ResponderEliminarNunca he sido supersticiosa, tampoco pretendo serlo siento que de alguna manera si nos va bien o mal o solo depende de los buenos a malos actos que hagamos.
ResponderEliminarhacer el bien sin mirar a quien eso lo define todo Les recomiendo el curso de gestión operativa de la donación con fines de trasplante acerca de la donación de organos y tejidos en Colombia
ResponderEliminarde que vuelan vuelan yo soy algo eseptico pero hay que creer...La mejor decoración navideña para decoracion navideña conjuntos decoracion navideña apartamentos decoracion navideña colegios decoracion navideña ascensores decoracion navideña clinicas decoracion navideña oficinas decoracion navideña edicicios
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