Nunca he sido muy amante de las fallas, y eso que toda mi vida he
estado rodeado de falleros, falleras, presidentes de falla,
indumentaristas y casi todo lo que envuelve el mundo de la fiesta;
incluso en un bajo de mi finca hay un casal fallero (que no veas lo que
incordian). Más bien he sido enormemente crítico con ellas por sus
excesos.
Pero sí que admiro el nivel artístico que rodea a
esta fiesta: música, vestimenta, pirotecnia, gastronomía,
sátira, monumentos...
Cada marzo, para
saludar a la primavera, el pueblo valenciano saca lo mejor de sí en una
enorme explosión visual y de alegría. Por ello solo puedo congratularme y
dar mi enhorabuena al mundo fallero por este premio.
No me cabe ninguna duda que si alguna fiesta, por su arraigo, su
diversidad y su cultura, se merece ser Patrimonio Inmaterial de la
Humanidad, esas son las fallas.
¡Felicidades Valencia!