lunes, 17 de julio de 2023

Volver al olvido


Yo siempre he dicho, y he escrito en numerosas ocasiones, que los supervivientes de la polio fuimos víctimas de la negligencia del franquismo y que hoy éramos los grandes olvidados de la democracia. Eso fue así durante muchos años, incluido todo el periodo democrático con los diversos gobiernos de diferente signo político que fueron gestionando el país; hasta que en octubre de 2022 entró en vigor la Ley de Memoria Democrática que incluía la siguiente disposición adicional undécima:

«En reconocimiento del sufrimiento padecido por las personas que fueron afectadas por el poliovirus durante la pandemia que asoló a España a partir de los años cincuenta del siglo XX, el Gobierno promoverá investigaciones y estudios que esclarezcan la verdad de lo acaecido respecto de la expansión de la epidemia durante la dictadura franquista, así como las medidas de carácter sanitario y social en favor de las personas afectadas por la polio, efectos tardíos de la polio y post-polio, que posibiliten su calidad de vida, contando con la participación de las entidades representativas de los afectados sobrevivientes a la polio»

Este era el paso necesario, casi 70 años después un gobierno nos tenía presentes, reconociendo el padecimiento y el dolor que miles de niños y sus familias tuvieron que sufrir durante años; esos niños éramos nosotros, las víctimas de la polio.
La dictadura de Franco nos condenó, negando durante 8 años una vacuna que ya existía desde 1955 (yo me contagié en 1961). Hay pocas cosas más miserables que condenar a tus propios ciudadanos, sobre todo cuando esos ciudadanos son niños, bebés de meses o unos pocos años, de manera consciente a una vida de operaciones, hospitales y discapacidad, cuando no de abandono, precariedad y marginación.
Franco, el franquismo, era así, nunca tuvo compasión por nada ni por nadie.

Muchos dirán que esa ley hace poco más que reconocernos, pero que no asume indemnizaciones económicas por el daño causado. Sinceramente eso siempre me ha parecido una utopía irrealizable. Y no es que no las merezcamos, claro que nos corresponderían si hubiera justicia, pero ya son varias las veces que los tribunales han sentenciado en nuestra contra por estar prescrito. Y sí, estoy de acuerdo, nuestros dolores, las cojeras, muletas y sillas de ruedas, nunca prescribirán.

Pero esta ley al menos habla de síndrome postpolio, de investigación y de buscar caminos que mejoren nuestra calidad de vida. No es un fin, en realidad es el principio. La piedra también está en nuestro tejado. Con unión, apoyados en nuestros grupos y asociaciones, nuestra obligación es exigir que se cumplan esas medidas de carácter sanitario y social que habla el artículo.
De momento ya se ha logrado que esos casi imposibles 15 años con discapacidad reconocida del 45%, que se exigía para la jubilación anticipada, haya bajado a solo 5.

Ahora, el PP y Vox, los partidos de la derecha, anuncian que derogarán la ley si ganan las elecciones. Yo no voy a extenderme en lo inmoral que sería abandonar a los miles de muertos que todavía siguen enterrados en cunetas y fosas comunes por la represión franquista (no sé qué pensarían si fueran sus propios familiares quienes estuvieran allí tirados), la hemeroteca nos dice cuanto se vanagloriaba Rajoy de no haber dado nunca un euro para la recuperación de esos cuerpos, pero sí que me importa, y aquí lo escribo, que derogar esta ley sería un nuevo y mortal golpe a nuestra dignidad como víctimas que fuimos de una poliomielitis que nunca nos debió enfermar.

Por supuesto que cada uno puede elegir la opción política que quiera, pero creo que es muy importante votar también con la conciencia abierta. Nosotros los supervivientes de la polio, fuimos víctimas de aquella dictadura franquista que PP y Vox se niegan a condenar, y ahora quieren derogar esta Ley de Memoria Democrática que nos reconoce. Será como volver otra vez al olvido.
Yo, me niego a que de nuevo seamos borrados de la memoria de la historia.