II
25/11/2012 - Horas de amor y despedida
Ray llevó el nutritivo desayuno a la cama donde, como era habitual en los últimos días, le esperaba su mujer, exuberante, desnuda y entregada. Así llevaba los últimos seis días. ¿Qué más puede esperar un hombre de la vida? Se preguntó con irónica sonrisa.
Fuera en la calle aun se escuchaban algunos escarceos y tumultos, pero claramente iban a menos. Nada que ver con los incesantes saqueos y las cruentas batallas callejeras que se sucedieron sin cesar al principio, cuando fueron apareciendo las primeras víctimas de manera masiva, ante la incredulidad y el silencio de las autoridades. - ¡Pero incluso a las calamidades y a la muerte es capaz de adaptarse el ser humano! – pensó.
Pasado el primer mes, cuando ya los cadáveres se contaban a miles por todas partes, la gente empezó a refugiarse en si mismas, en sus creencias más profundas, en sus propias casas. Aceptó el hecho como inevitable y se conformó. Eso mismo era lo que habían decidido hacer ellos. Se encerraron en casa con todo cuanto necesitaban para un mes, cerraron la puerta por dentro y tiraron la llave por la ventana del sexto piso donde vivían.
Ray y Susan eran de ese tipo de personas que se vanagloriaban de haberlo experimentado todo o casi todo en la vida, triunfadores y exigentes como eran, ahora se les presentaba la oportunidad única de experimentar el mayor de los goces. Sólo iban a tener una oportunidad y no querían desperdiciarla.
Hacía ya varias horas que ambos tenían el mismo cosquilleo en manos y pies. ¡Una suerte!- expresó Ray con un sarcasmo no exento de un oculto desconsuelo, iba a suceder tal y como ellos deseaban, concientes como eran de que el clímax estaba cercano. La noche, como todas, había estado llena de desenfreno y lujuria, como a ellos mismos les gustaba referirse, no querían desperdiciarla durmiendo, apenas lo hacían durante un par de horas, lo justo para aguantar y no caer exhaustos. No deseaban que la muerte dulce les alcanzara desprevenidos. Desayunaron en silencio, cada uno pendiente de sus propios pensamientos y sus íntimos recuerdos. No hablaron, en realidad no tenían nada que contarse, sólo se alimentaban y se amaban, tampoco deseaban que una palabra equivocada rompiera la magia que disfrutaban. La magia de un amor caótico envuelto en una despedida triunfal. La magia de la culminación del sexo y el amor.
Se abrazaron y comenzaron un nuevo juego amatorio. Les era fácil encontrar la pasión necesaria, la atracción continuaba siendo extraordinaria. Se besaron con extremado frenesí y se acariciaron con dulzura pero también con una vehemencia ya conocida, conscientes como eran de que, ésta vez si, iba a ser la última vez. Sudorosos, agotados y al borde de sus últimas fuerzas, continuaron su propia función, el picor de las manos era mayor cada vez, incluso empezaba a ser ligeramente molesto.
En el momento preciso Ray la penetró, con suavidad pero con calculada rudeza. Durante unos segundos el empujó con fuerza y ella recibía entregada, así sucedió incansablemente durante algunos minutos hasta que unos fuertes calambres en el corazón les paralizó por unos segundos. En ese momento sus miradas se cruzaron y ambos se detuvieron. Fue entonces cuando Ray se derrumbó. De pronto un miedo atroz le taladró el cerebro. Se salió del interior de Susan y como un niño se acurrucó entre sus pechos. De repente se dio cuenta de que tenía miedo a morir.
Susan, comprensiva, lo abrazó todo lo fuerte que pudo.
- ¡Te quiero mi amor...! - dijo Susan - ¡...Adiós!
- ¡...Adios, mi amor...! – respondió Ray
Unos segundos después ambos expiraron enlazados, no hubo momento culminante, no hubo exaltación suprema del goce, sólo un abrazo y unas pocas lágrimas derramadas a la vez se fundieron en el momento definitivo y real de su despedida.
07/12/2012 - Una oración para su alma
El Sr. Servais empujaba, no sin dificultad, la pesada silla de ruedas de su mujer, entre el mar de coches y trastos viejos y abandonados en que se habían convertido las calles desde hacía ya varias semanas. No había nadie por ningún lado, ellos dos eran los únicos que quedaban allí. La muerte dulce se había ido apoderando poco a poco de todos. Miró el barrio, su barrio desde hacía setenta y ocho años, antes tan rebosante de vida, lleno de bulliciosos comercios y ruidosos coches, con el continuo trajinar de personas trabajando o paseando y de la jubilosa algarabía de los niños corriendo y jugando. Ahora ese barrio estaba vacío y hasta los pájaros, más silenciosos que nunca, parecían haberse unido al duelo. Sólo algún ladrido lastimero y lejano de un perro buscando al amo que nunca encontraría lograba escucharse. Nada más. El resto era el silencio más absoluto.
Había amanecido un espléndido día con una agradable temperatura que le hacía más llevadera la pesada carga de empujar la silla. Hacía ya casi un día que sentía el desagradable cosquilleo en las manos, pero sus fuerzas ya no eran las mismas. Le había costado mucho sacar a su mujer, la Sra. Servais, de la cama de la que no se había movido en los últimos dos años. Su cabeza ya no daba y sus piernas no obedecían, pero mientras estuvo lúcida y, fiel a su formación religiosa, le hizo jurar que un sacerdote le daría la extremaunción antes de morir. Ahora ya no existían curas, por eso había pensado que llevarla a morir a la iglesia tendría el mismo valor.
Cuando llegó, el templo era en sí mismo un espectáculo dantesco. Había cadáveres por doquier, todos habían querido acudir allí a pedir perdón en sus últimos momentos o acaso a solicitar un milagro que nunca llegaría. Empujando su silla, pisando y apartando cuanto había en su camino fue, lentamente pero con firmeza, abriéndose paso entre el impresionante gentío inerte hasta que se colocó en medio del pasillo. El Sr. Servais se sentó en un banco a descansar y al poco empezó a notar molestias en el brazo izquierdo, sintió una punzada en el corazón, como un pequeño infarto. Unos segundos después moría acurrucado en el banco de la iglesia, satisfecho por haber conseguido su objetivo. Su mujer, la Sra. Servais, continuó sentada en su silla de ruedas ausente de cuanto sucedía. Miraba inocentemente hacia el altar y en ocasiones hacia a su marido. Durante todo el tiempo mantuvo una ligera sonrisa humedecida por las gotas de saliva que le resbalaban constantemente por entre la comisura de los labios.
Cinco días más tarde fue a encontrarse con el Sr. Servais, su marido. Ella nunca supo que era la muerte dulce.
Nooooo!!!! ¡Hasta el viernes! Protesto! Y ¿si me lo mandas a mi correo antes y no lo divulgo? ¿Que no se puede? jeje
ResponderEliminarEsto va demasiado bien...
Un abrazo.
Espero que te quede algún personaje para el final porque no están quedando ninguno, esperemos hasta el viernes, a ver quién queda... un saludo pero esta vez no dulce por si acaso...
ResponderEliminarSARA, gracias, muchas gracias, no se si eres mi mayor fan, pero si la que más entusiasmo demuestras. Me emociona enormemente. Se que no es para tanto, pero no voy a negar que halaga y anima.
ResponderEliminarMuchas gracias amiga y un fuerte abrazo
MAMÉ, Recuerda que cuando hice la presentación de este relato de ficción en la entrada anterior lo hice con las palabras
¡¡¡Bienvenidos al fin del mundo!!!
Un abrazo
Anda corazón ¡¡que con el episodio de los amantes a mi edad... me has levantado el ánimo jejejeje y por supuesto que si el mundo se acabase eso es lo que yo al menos haria también jajaja Bueno...digo lo mismo que Mamé que esa muerte dulce no acabe con todo el planeta...
ResponderEliminarI follow
Besillos.
Pues que se va a hacer, habrá que esperar hasta el viernes...
ResponderEliminarSalud
Esperaré el desenlace con mucho interés, a ver si todavía queda alguien con vida.
ResponderEliminarBicos
Pelirrojo.
ResponderEliminarYSUPAIS, es un espisodio inspirador..., verdad, jejeje. Lástima que al final los tios seamos tan cobardones, jejeje.
ResponderEliminarVeo que estais todos muy preocupados por el final. Llegará, y además bien explicadito, jejeje, no como Perdidos y desde luego no es un sueño como Los Serrano.
Un abrazo
GENÍN, tranquilo que todo llegará, entretanto confío en que las historias estén siendo de vuestro agrado.
Un abrazo
DILAIDA, es que el fin del mundo es lo que tiene, si no que se lo pregunten a los dinosaurios, jejeje
Confío que el final no defraude demasiado algunas espectativas, que veo muchas ganas de conocerlo.
Un abrazo
JOSE ALFONSO, ...???
muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Muy bueno José Vte.!! Ya ves, todos esperando a ver que pasa... Menudo susto si llega a aparecer algún cura por la iglesia, llena de cadáveres sin sepultar!!! jajaja
ResponderEliminarUn abrazo
De todas maneras esto no es lo que pasa de verdad ??Quiero decir , esto de que la muerte nos va quitando de la escena...me has hecho pensar...y mira que no suelo pensar mucho.
ResponderEliminar..
Me ha gustado eso de que la primera pareja en lugar de llegar al orgasmo prefiera un abrazo.
Bueno,él.
...
Un abrazo.
Esto tiene buena pinta, me gusta lo de "TO BE CONTINUED" mantiene el espiritu de los seriales, y te obliga a estar enganchado..
ResponderEliminarun abrazo
Creando tanta expectación, supongo que tendrá un final impactante y espectacular...
ResponderEliminarEsperaré el desenlace.
Saludos.
FELICITAT, no me des ideas que yo enseguida desbarro. No, evidentemene los tiros van por otro lado.
ResponderEliminarGracias y un abrazo
REYES, lamentablemente no te pueddo adelantar nada, habrá que esperar hasta el viernes para ver la resolución.
Coincido contigo con esa historia, a mi también me gustaba más ese final. En todas las historias que componen este relato, intento comprender como actuarían los protagonistas ante una situación tan límite como esta.
Gracias por el comentario y un abrazo
JULIAN, gracias amigo, más que un "to be continued" es un relato compuesto de varias historias con un denominador común.
Me gusta que te haya enganchado.
Gracias y un abrazo
ANNA, no creas que me está dando un poco de susto que se cree una excesiva expectación y que pueda no estar a la altura.
No se quien tiene más ganas si vosotros de leer el final o yo en saber vuestra reación, jejeje
Gracias por el comentario y un abrazo
De momento, en estas dos entradas, el suspense lo has conseguido... esperaremos a esa final apocalíptico :)
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bueno, Jose Vicente. Me he leido los dos capítulos de un tirón y me he enganchado...espero con impaciencia el próximo.
ResponderEliminarHas empezado el año con buena marcha, jejeje
Creo que hasta yo, he empezado a sentír el calambre ese por mi brazo. Uff, que yuyu
Jose Vte, no conocía tu blog y me ha gustado lo que he visto y leído, te sigo. Bienvenido a los JUEVES, espero que sigas participando.
ResponderEliminarTu primer relato me recordó algo de " The Road"película dirigida por John Hillcoat y escrita por Joe Penhall. En lo de encerrarse a esperar el fin amándose con un desespero angustioso, pero con otro desenlace distinto al film. Encerrados en un capullo pretenden salvarse de lo que sucede, imposible.
Me quedé con ganas de saber cómo acabará el segundo, me temo lo peor, esperaré al viernes.
!Salve! abrazos.
Ahora lo entiendo,he encontrado tu enlace en el blog de San,resulta que es tu texto para esto de los jueves,ayer cuando vine a leerte no lo sabía,te vi allí porque también participo:vale,vale,aquí estamos expectantes.
ResponderEliminarBesos.
Hola, aquí me tienes, leyendo.
ResponderEliminar¿Sabes qué? Una fortuna que los protas se tuvieran el uno a otro sin fisuras. Así no importa demasiado la despedida sobre todo si es conjunta y tras unos buenos homenajes. Bs.
NOCHE, gracias. ya queda muy poco para saber el final, incluso lo voy a adelantar unas horas.
ResponderEliminarUn abrazo
MARIPAZ, ¡hay como me animas!, no sabes lo que me alega que te haya gustado, espero que el final esté a la altura de tus espectativas.
Lo del calambre del brazo es que has dormido mal, no fastidiemos..., jejeje. Gracias
Un abrazo
NATALIA, conozco a San desde hace tiempo y cuando propuso este relato me encantó... tanto que ya ves que cosa más larga me ha salido, jejeje.
Yo también espero seguir colaborando de vezs en cuando, aunque intentaré adaptarme más a las normas.
Conozco la película de oidas, aunque no la he visto. Me interesa las reacciones de la gente ante una circunstancia tan drástica como es la llegada de la muerte, de ahí hacer el relato partida en historias. Aunque tiene un final bien definido.
Confío en que te guste.
Muchas gracias por tu visita, enseguida te la devuelvo.
Un abrazo
REYES, me alegro de que también participes. Si es que en el fondo no tenemos remedio, nos encantan estos saraos.
Un abrazo
EMEJOTA, cuando llegan situaciones tan límite supongo que tener un apoyo es lo más importante para no sentirse sólo.
Espero que te guste. Un abrazo
Bueno, pues ya que he llegado yo también de la mano de San, aprovecharé para pasearme por aquí y cotillear por esta tu acogedora casa.
ResponderEliminarDejo un café y un bravo por relato.
La gente se encerró en sí misma... para variar. Cada vez aumentan los misántropos.
Un abrazo y un café.
VERÓNICA, gracias por el café y por tu comentario. Si lo deseas ya está colgado el final de la historia. Me paso por tu casa para devolverte la visita.
ResponderEliminarUn abrazo
Cuando leí que hasta el viernes no llegaría el final, decidí a esperarlo sin leer ésta 2ª parte. Ya he visto que ha llegado el aviso y retomé la lectura... me está dando 'cosilla', niño, que llevo unos días con tendinitis en la muñeca derecha ;)
ResponderEliminarestá muy bien llevada ¡voy a por la tercera parte! :)
abrazo
Juego con ventaja, jeje. No tendré que esperar hasta el viernes para conocer el desenlace. Me voy corriendo a acabar de leer la historiaaaa.
ResponderEliminarEsto promete.
Bueno, bueno, voy entendiendo la causa de llamarla "la muerte dulce".
ResponderEliminarContinúo para leer el desenlace. De momento, muy bien recreado el clima.
No imaginaba así, con estas palabras la segunda parte, te lo aseguro.
ResponderEliminarPor tanto, gracias por siempre, siempre sorprender...
leeré la tercera parte.
:)))