Foto cedida por ElSilencio en Devianart |
La fila
Esa mañana salí a la calle con destino indeterminado. Apenas llevaba unos minutos caminando cuando me encontré con mucha gente que hacía cola, todos perfectamente alineados, en una inmensa fila india a la que no se le veía el final. Sumido en una gran curiosidad, me coloqué el último y me dispuse también a esperar. Tres horas y cuarenta minutos después la hilera seguía impasible y sin moverse ni un centímetro. Finalmente pudo más la intriga que la timidez; con un dedo toqué sobre el hombro del señor que había delante de mí tratando de llamar su atención. Cuando se giró me fije que era un hombre orondo y de muy baja estatura. Le pregunté:
Caballero, ¿sabe para qué es esta cola?
…
Caballero, ¿sabe para qué es esta cola? – repetí
El señor orondo y bajito no respondía, únicamente se mantuvo impasible, mirándome de una manera fija con los ojos y la boca muy abiertos. Parecía querer decir algo, pero su voz sólo gritaba silencios. Desistí de seguir preguntando. Varios minutos después el señor orondo y bajito seguía en la misma situación mirándome sin pestañear y sin soltar nada por su boca abierta. Incómodo ante lo absurdo de la situación decidí irme de allí.
Al poco rato encontré otra hilada, la curiosidad volvió a mí y me sumé a ella. Como ocurriera antes, ésta tampoco se movía y dos horas y quince minutos después me atreví a volver a preguntar:
Caballero, ¿sabe para qué es esta cola?
…
Caballero, ¿sabe para qué es esta cola? – volví a repetir
El señor que tenía delante se giró lentamente y cuando parecía que iba a contestarme, su boca gris se tornó en una enorme carcajada espantosa, y no sólo eso, también sus ojos se volvieron pequeñas bocas que riendo y en perfecta unión repetían sin cesar:
¡Ja,ja,ja, para que es esta cola…! ¡Ja,ja,ja, para que es esta cola…! ¡Ja,ja,ja, para que es esta cola…! ¡Ja,ja,ja, para que es esta cola…! ¡Ja,ja,ja, para que es esta cola…! ¡Ja,ja,ja, para que es esta cola…!
El terror se apoderó de mí y salí corriendo lo más rápidamente que pude. Corrí como alma que lleva el diablo durante varios minutos hasta que encontré otra ringlera. Con el ánimo de recuperar el aliento y creyéndome a salvo me paré y colocándome el último me dispuse de nuevo a esperar.
Esta vez decidí no esperar tanto para indagar el motivo de tanto misterio, así es que tras aguardar una hora y treinta y siete minutos, un tiempo que consideré prudencial, me decidí a preguntar a la persona que tenía delante.
Caballero, ¿sabe para qué es esta cola?
…
Caballero, ¿sabe para qué es esta cola? – volví a insistir
Cuando se giró observé que quién me precedía no era un hombre, sino una mujer. Ésta era muy anciana y a duras penas se sujetaba apoyada penosamente en un bastón, lloraba sin lágrimas con un lamento que desgarraba el corazón, pero de ella tampoco pude sacar algo más que un gimoteo ahogado. No pude más que sentir una infinita lástima por aquella débil y apenada mujer por lo que decidí quedarme para hacerle compañía y de paso averiguar que había al final de todas esas filas.
Pasaron las horas y los días, otros muchos fueron colocándose detrás de mí y cuando alguno trataba de preguntarme el motivo de la cola, yo no sabía que contestar. Perdí la noción del tiempo y, cuando ya estaba a punto de desfallecer por agotamiento, a lo lejos, entre un mar de edificios viejos, pude distinguir una puerta por donde iba entrando la gente que formaba la columna. Ansioso y expectante la atravesé; ésta daba a una gigantesca habitación en la que había una larga y empinada escalera y al final de la misma se encontraba lo que parecía una enorme ventana. Todos, por orden, iban subiendo permanecían unos segundos y luego desaparecían por algún sitio que desde mi posición no podía ver.
Por fin me llegó el turno. Con aprensión y recelo subí lentamente los sesenta y cuatro escalones llegando hasta la enorme ventana. Miré a través de ella; no podía dar crédito a lo que desde allí se veía. Cientos, miles, millones de personas se encontraban en formación y perfectamente alineadas en infinidad de filas que sinuosamente recorrían las calles de toda la ciudad. Se movían con una lentitud exasperante y todas terminaban en una única hilera a la entrada de una solitaria puerta. Una gran angustia plena de desconsuelo se apoderó de mí y enormes lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas. Por fin entendía. No fue hasta que se disiparon que pude ver que otra enorme escalera bajaba hasta la calle desde el otro lado de la ventana. De un salto la atravesé y mientras bajaba los cuarenta y ocho escalones comencé a sentir como una extraña euforia me liberaba la mente y todo mi yo volvía a una realidad envuelta en placidez y sosiego.
Hola, paisano. No he leído tu relato. Vengo a hacerte un copy-paste, puesto que he leído que vas al encuentro de Blogocosa en Barcelona en Marzo. Por eso tengo un recado. Sea:
ResponderEliminarBien, el comentario que me gustaría que fuese impreso y quedase constancia el día del encuentro de seres virtuales al que seguramente no iré es el siguiente:
LUIS, ASÍ CUANDO LLEGUES A CASA TE ENCUENTRES AL GATO JUGANDO CON LO QUE TÚ YA SABES, BUCANERO.
A ser posible, que sea leído en voz alta y mirando a De Cenizas a los ojos. En el caso de que sea factible, Rody Aragón y su circo animarán la lectura con una performance en la que sonará música de Daniel Diges.
Es muy importante para mí. De no hacerse tal y como dispongo, es probable que llore. Dado que estaré vigilando el encuentro de incógnito y desde relativamente cerca, me aseguraré de que todo se cumple según indico.
También ordeno que se le diga a emejota que hoy me ha hecho llorar mucho al no aceptar mi amistad, y que probablemente mate gente a consecuencia de ello.
Muchas gracias.
Yo si he leído tu relato, con verdadera angustia, pero me ha gustado mucho.
ResponderEliminarTu verás lo que haces con Larisa...jajaja
Salud
Hola de nuevo.
ResponderEliminarAhora sí he leído tu relato. También he sentido angustia. Poe te diría que tú sí que vales.
Espero que esto sea fruto de tu talento y no de ningún taller de narrativa.
Recibe mis virtuales besicos.
Pués yo digo lo mismiiito que las otras chicas blogueras,una especie de angustia se iba apoderando de mí cuándo estaba leyendo,y tenía que seguír leyndo hasta llegar al final.Pero me encantooooo.Enhorabuena,conseguiste que la angustia se apoderara de nosotras jajajjajaj.Besitosssssss
ResponderEliminarNo veo el mail...
ResponderEliminarCómo mando mi mamarracho?
Baci
Pues me estoy preocupando porque este relato tuyo parece que haya sido profético. Hace días que te dejo comentarios y se esfuman!!!! Vuelvo a ponerme a la cola, vuelvo a escribir y vuelvo a no estar presente...
ResponderEliminarLa misma zozobra me está creando eso de ser siempre la última, y volveeeer, y volveeeer, volveeeerrr... jajajaja.
Un beso y feliz tarde.
LARISA, se leerá pierde cuidado, y brindaremos por todos los que únicamente podéis estar en espíritu. Rody Aragón no se si será que venga, ¿te da igual Fofito?
ResponderEliminarPoe inspira por si sólo y halaga pensar que le podrían gustar mis tremendas elucubraciones, fruto de mi "talentillo" de ir por casa.
Besicos
GENIN, con Larisa se hará lo que se pueda, jejeje, que no se si ella o por la bipolaridad con Manolo, hay que ver como es.
Si te ha creado angustia el relato, que quieres que te diga, pues que ese era el objetivo.
Gracias y un abrazo
MIDALA, muchas gracias, reitero el comentario a Genín, supongo que es cuanto menos desasosegante y "raro", jejeje.
Gracias y un abrazo
NINA, ya te he mandado un correo pero por si acaso lo puedes mandar a este mail: garciatorrijos@gmail.com
Y seguro que de mamarracho nada.
Muchas gracias y un abrazo
VERÓNICA, ya sabemos que hay veces que maese Google hace muchas cosas raras. Yo tuve que cambiar la ventana de comentarios a esta flotante porque hubo un tiempo que fallaban.
Gracias y un abrazo
Inquietante. Atrapa desde los primeros renglones y nos sumerge en esa atmósfera que de tan irreal se transforma en realidad pura, angustiandonos...
ResponderEliminarUf.. al final, nos queremos ir con el protagonista y nada de cola hoy en el supermercado: no lo resistiría de solo pensar si me pudiera pasar!!!!
besos jueveros. un gusto volver a verte.
A mi el relato me pareció más divertido que angustiante. Este personaje me ha recordado a Gurb, de E.Mendoza.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy ameno el relato, me masntuviste en suspenso de principio a fin. Simepere me acordare del relato cuando vea una cola grande.
ResponderEliminarPor cierto, te invtio a mi otro blog, uno de relatos cortos:
http://cuentosdeensueno.blogspot.com
bonito y suspense
ResponderEliminarescribes bien
roberto
Hola Jose,estoy sentada con una taza de té entre las manos, dispuesta a disfrutar de la lectura juevera, mira por donde, yo tengo algo de fobia a seguir la fila, ahora; Después de tantos sentimientos encontrados,leyendo tu relato, intuyo el porque de no querer hacerlo, desasosiego, e inquietud, una buena formula para tenerme atenta hasta el final, se me olvido tomar el te jajaja...Besos relajantes...Lucia.
ResponderEliminaruffff!!! ¡que angustia ! xD!! me veía en la cola, me ha enganchado, no podía dejar de leer y cada vez mas rápido para ver de que eran las colas ...
ResponderEliminarEs un trauma yo que soy especialista en elegir la cola mas lenta , con la cajera de practicas a la que se le acaba el papel en el momento mas inoportuno jajaja !!!angustioso!!!! ¡¡me encanta!! ¡¡felicidades !!
Kafkiano. ¡Con lo que odio yo las colas y las esperas!
ResponderEliminarPerfecto dominio de la tensión narrativa, sí señor.
un abrazo
Lo he leído de un tirón, presa de la tensión narrativa que has creado, José Vicente.
ResponderEliminarPodría definirse como un relato que roza el mundo del absurdo, pero también el del terror, pues esos seres que hacen cola son absolutamente inquietantes.
Dos conclusiones saco de la lectura: el protagonista tenía mucho tiempo libre para perderlo en filas y, la más importante: no observó de manera adecuada dónde desembocaban esas colas hasta que le tocó el turno de entrar en la habitación. También demuestra que es un mal observador el hecho de que se dé cuenta de que el primer señor al que pregunta es orondo y bajito cuando éste se da la vuelta; desde atrás podía haber constatado fácilmente ambos caracteres de su fisonomía. Por tanto, creo que vienes a señalarnos que, por no observar por nosotros mismos, nos comportamos como borregos, yendo hacia ninguna parte.
Buen relato, José Vicente.
Inquietante amigo, muy inquietante, no sé si veía zombis en la cola o seres humanos abducidos y gestando un alienígena en sus entrañas, he sentido cierto repelús en un mundo que ya no era mundo, rodeado de seres humanos que ya no eran humanos, todos en distintas filas hasta llegar a una sola, casi he palpado el silencio absoluto de las calles adyacentes a esa única cola.
ResponderEliminarEres el segundo de los que he leído que da una visión del exterior, que has ido incluso más allá de la pintura. Me ha gustado tu derroche de imaginación y la construcción de tu relato.
Abrazo grande amigo
Quiero volver a agradeceros a todos vuestros comentarios de nuevo. He de reconocer que me halaga ese adjetivo de "angustioso" con el que la mayoría de vosotros calificais el relato. Es verdad que ese era el objetivo, crear una sensación de angustia motivada por unos sucesos y unas situaciones evidentemente surrealistas.
ResponderEliminarYo no voy a dar ninguna explicación al relato, cada cual que extraiga la suya propia. Simplemente he querido mostrar en un texto la sensación que la propia imagen me ha dado, porque cuando me plantee escribir el relato me pregunté:
¿Que es lo que lleva a la gente a formar unas colas para entrar en una habitación practicamente vacía y asolada para subir un montón de escaleras únicamente para mirar por una ventana?, ¿que es lo que se puede ver desde ella que crea tanta expectación?, ¿porque nos hemos acostumbrado a hacer cola y a formar listas de espera absolutamente para todo sin inmutarnos?.
El resto fue saliendo sólo
Gracias a todos y un abrazo
Menudo lío, escaleras, filas, hasta la última escalera. Supongo que cada uno puede tomar su camino que le llevará a un sitio o otro. Todos tienen la mirada perdida porque tienen la suerte echada y ya no pueden hacer nada, son autómatas.
ResponderEliminarInteresante
Un abrazo
Que largo camino, vueltas y vueltas, colas y colas, angustias y angustias... todo para acabar en el punto de partida.
ResponderEliminarEs como un ciclo de 24 horas, amanece y anochece, y nosotros pillados en el medio.
Abrazos
Angustioso, muy bueno :)
ResponderEliminarAsí somos de 'sin sustancias', vemos una cola de gente y nos adherimos a ella como una lapa a la roca...
un abrazo José Vicente :)
Tu relato al traspasar el ventanal y plantear la vision del exterior me ha recordado a las clasica novelas futuristas de control mental, como si traspasar la ventana trasformara a la persona en un ser uniforme y complacientemente feliz, ¿Aldous Huxley?
ResponderEliminarUn abrazo
Leí el relato el dia de la publicación y veo que blogger ha hecho de las suyas... desaparecer...¿será el clima de suspenssss?
ResponderEliminarMuy buen relato, vas leyendo e interesa llegar al final y ese final es el inicio, como un bucle...
....Enhorabuena.
También me gustó y más que inquietarme me hizo pensar: será que realmente estamos tan alineados, colocados en una ideología, una creencia o un modo de proceder y de ahí no nos movemos??
ResponderEliminaralgo de cierto habrá en todo esto... o no?
jaja
un abrazo José Vicente.
Angustiosa esa hilera de gentes esperando sin saber el qué. Un mundo de filas interminables, alineados, alineantes, menos mal que al final en lugar de subir bajaron
ResponderEliminarUn beso.
MI querido compi juevero :) está muy bien la idea que has plasmado en tu relato, creo que tu personaje también buscaba un lugar donde colocarse y deseaba pertenecer a alguna cola y luego descubrir que estaba siendo parte de esa cola interminable. Como la pescadilla que se muerde la cola.
ResponderEliminarUn beso juevero :)
Sin escapatoria... o con ella..
ResponderEliminarel mundo sigue.. y tenemos que hacerlo nuevo.. empieza una nueva era..
besos
He sentido un poco de angustia al leer este extraordinario relato, me ha recordado la sensación que tuve cuando leí el libro de Saramago: Ensayo sobre la ceguera.
ResponderEliminarMuy bueno Jose.
Un abrazo.
No pude dejar de leerlo sin parar, fui sintiendo intriga, luego incertidumbre, más tarde angustia y al final casi desesperación.
ResponderEliminarImpecable, chapeau :)
besitos.
muy buen relato,lleno de incertidumbre pero también repleto de sentimientos y emociones en cada lugar de cada fila...
ResponderEliminarUn relato perfecto, cada día logras sorprender gratamente a los que solemos pasar por aquí
ResponderEliminarSe lee sin parar, sin resuello, esperando con angustia como se resuelve la situación. Mantienes la atención en vilo todo el tiempo
Enhorabuena
Tu relato atrapa, José, hasta llegar al final del mismo, te felicito, amigo.
ResponderEliminarUn beso.
Tu relato, mejor diría tu inquietante relato, me ha recordado a un tornillo sin fin, vueltas y vueltas sin llegar nunca al final. Colas y colas que desembocan en una cola que al final te retornan al punto de partida, unidas al extraño comportamiento de unas gentes en ellas que ni siquiera se molestan en analizar el porqué están allí, aguardando no saben qué.
ResponderEliminarUn abrazo.
Saliendo de mi letargo griposo te comento, estoy algo aturdida y tu relato me acaba de angustiar más, colas y más colas, nadie responde, siguen su turno, colas que se muerden la cola, y al final de la ventana, bajar y ¿volver a empezar?
ResponderEliminarUna inquietante sensación de absurdo.
Besitos.
el trabajo de tu relato esta a medias por mi parte. es decir, lo había leído anoche y,luego, en vez de comentarlo, me fui a dormir...a ver si el resultado de mi lectura está fresco...
ResponderEliminartenía anoche muy clara cúal iba a ser mi comentario...l sigo teniendo claro...pero habiéndome metido ya en este recuadro de comentarios, he leído a alfredo...ay, ya no lo sé...
bien, se supone que te iba a comentar esto: en principio,, he entendido que lo de las filas no son cíclicas,, es decir, que una vez que se bajaban los 34 escalones, por que eran 34, no?...las filas se deshacían...si esto es así, y leí dos veces le final, pero alfredo me da a entender de esa ciclicidad, ay, qué lío..si esto es así, josé vicente, imagina este otro final: filas y filas que entran y al llegar a la escalera y a la puerta, bajan, para CONTINUAR FORMANDO PARTE DE LA FILA DE NUEVO...no sé, este final me lo imaginé y me vi en la locura de un mundo que no tenía otra cosa que hacer...
medio beso, josé vicente.
Hola Gustavo y a todos en general, ya he comentado que no voy a dar ninguna explicación al relato, creo que no me corresponde porque el tono algo absurdo y surrealista está puesto de manera intencionada con el ánimo de que cada uno interprete el relato a su manera.
ResponderEliminarEn realidad no son 34 los escalones de bajada, si no 48. Es decir 64 escalones para subir y 48 para bajar. Yo no soy ningún experto en numerología, pero no están puestos al azar.
Gracias a todos
Has creado una atmosfera angustiosa, puede oirse el silencio de la multitud que hace cola para ¿que? Y ese desanimo, y ese final, esa espiral que llega a ninguna parte....
ResponderEliminarUn beso
¡Qué pesadilla! es como el sueño en el que uno cae por un abismo interminable. No hay escapatoria, la atmosfera que creas es angustiante, onírica, la de estar sujeto a la espera, los tiempos impuestos por los movimientos de los demás, ir a ninguna parte.
ResponderEliminarSolo se desea que en algún momento despiertes, o que encuentres una salida.
Un abrazo
una doble escalera a la infinitud de la espera... una escalera que no tiene respuestas a la pregunta... una escalera que lleva hacia....
ResponderEliminarun beso!
Tu relato ya lo había leido y hoy al releerlo me ha dado esa sensación de inquietud y angustia, reflejada en ese fin incierto que no llegará nunca. Creo que eres de los últimos que comento, pero me ha gustado ver como en cada uno de vosotros alguna parte parcial de esa imagen se ha convertido en desarrollo de una posible historia, algo que por que no, podría pasar...
ResponderEliminarMuy bueno,
Besos
Esto veo: La gente que no sabe escuchar, que habla y habla, sin saber ni que dice, la risa estúpida ante lo que no comprenden y la burla de quien se atreve a preguntar ¿a dónde vamos?, las filas interminables para todo, el estar esperando siempre, para llegar a un lugar indeterminado y el alivio que se siente finalmente al recuperar la posibilidad de llegar a ninguna parte, pera ya lejos del aletargamiento de los demás. Todo dentro de un sueño, que puede ser dormido o despierto. También queda ironizada la inutilidad de tantos trámites tan lentos y obstaculizados, que pasamos toda la vida haciendo, que nos sirven para nada.
ResponderEliminarEso un cuento genial, que se presta para que cada quien encuentre los significados que quiera ¡Me encanta!... lleno de fantasía.
Un gran abrazo.
querido mío,
ResponderEliminarme he quedado... no sé... como angustiada...
Si te hubieras puesto detrás de otra fila en lugar de ir con destino incierto, esta noche no dormía..
Cuánto suspenso bien manejado y con buen final...
Me encantó
BACI
Pues lo que me llama la atención es que, por fin, una vez atravesada la ventana, el protagonista puede hacer lo que iba a hacer: caminar con destino indeterminado. Aprecio que las colas fueron únicamente una alienante pérdida de tiempo.
ResponderEliminarMe gusta.
Un abrazo.