Raquel se acercó
con una enorme sonrisa a la hermosa higuera que estaba discretamente situada en
un rincón de la acogedora casa de campo, donde tantos veranos habían pasado
juntas, ella y Milagros, su amiga de
toda la vida y la actual propietaria de la casa. Como tantas veces hiciera en
el pasado, rebuscó entre las hojas, examinando detalladamente todos los frutos,
y fue escogiendo aquellos que parecían más apetitosos, hacía mucho tiempo que
no los probaba; casi tanto como el que hacía que no visitaba aquella casa. Cogió
tres, luego se sentó a los pies del árbol y se dispuso a disfrutar del momento,
antes tantas veces repetido y ahora evocador de tantos instantes felices.
Abrió el primero. Lo hizo con
delicadeza para evitar que se rompiera; no quería matar ese instante mágico y tal parecía que estaba
abriendo una delicada flor. Lo observó durante unos segundos y contemplo, con
agrado, la mezcla de colores y aromas que de él salían; seguidamente acercó los
labios al interior del fruto carnoso y mordió con ansia. Enseguida sintió como cientos de semillas
explotaban en su paladar, llenándolo de esa deliciosa mezcla de sabores ásperos
y dulces a la vez; las percepciones de sus papilas gustativas le provocaron un
extraño sentimiento de gozo que incluso le erizó la piel.
Repitió la misma operación con la segunda breva. Las sensaciones no solo
no se calmaban, sino que iban en aumento. La mezcla de recuerdos y sabores, a
la sombra de la higuera, eran emociones maravillosamente placenteras. Eran las
mismas impresiones que solía tener muchos años atrás, cuando comer higos debajo
de la higuera era algo tan cotidiano como agradable.
Se escuchó una
despedida en la puerta de la casona y enseguida apareció Milagros.
-
Veo que tu
escondite sigue siendo el mismo – dijo con sarcasmo.
-
Es el mejor sitio
de la casa – respondió Raquel.
-
¿Quizás lo que nos regala Mila también te
guste? – Milagros sonreía mientras apuntaba con un cigarrillo liado a mano la
planta de marihuana que estaba a pocos metros.
-
Vaya, ¡esto si
que es una sorpresa! No sabía que cultivaras una.
-
Si, no sabes lo
gratificante que es consumir lo que una misma siembra – no pudo evitar una
carcajada mientras encendía el aromático cigarrillo.
Dio un par de
profundas caladas y enseguida se lo pasó a su amiga, que parecía esperarlo con
ansia. Tras aspirar, así mismo, dos veces del porro, y mientras lo volvía a
pasar a la anfitriona, Raquel no pudo evitar sincerarse. Éste estaba siendo un
día lleno de experiencias ya vividas que le traían gran cantidad de recuerdos.
-
¿Sabes cuánto
tiempo hace que no fumaba uno? Siete años. Fue la víspera de tu boda ¿te
acuerdas? Fue aquí mismo, bajo nuestra higuera – Raquel sentía que el humo, una
vez inundados sus pulmones, comenzaba a embriagar su cerebro.
-
¿Como iba a
olvidarlo? Aquel día fue muy especial para mí. Recuerdo cada palabra y cada frase
que nos dijimos, entre ellas, que nunca nos separaríamos y que buscaríamos la
manera de vernos siempre que pudiéramos, y la realidad es que, aparte del día
que nació Víctor, que me hiciste una visita relámpago, no nos hemos vuelto a
ver.
-
Tuve que
marcharme fuera por trabajo, ya lo sabes.
-
Pero también
tuviste la opción de quedarte en la filial de aquí, de nuestra ciudad, y no
quisiste – la voz de Milagros sonaba acusadora.
-
Es verdad, pero
vi el momento de salir de aquí, no me gustaba el futuro que se avecinaba. Me
sentía sola y tenía la necesidad de cambiar de aire, ver otros lugares y volver
a retomar las riendas de mi vida. Sencillamente surgió la oportunidad y la aproveché.
Pero ¿vamos a estar todo el rato echándonos el pasado en cara? – Raquel quiso
cortar viendo que la conversación se estaba poniendo peligrosamente seria.
-
No, claro que no.
Es sólo que te he echado mucho de menos todos estos años.
-
….
-
¿Cómo te va con Ricardo?,
¿Te hace feliz? – Raquel quiso volver a encauzar la charla.
-
Si, es un hombre
bueno. Me quiere y yo también le quiero; es amable y cariñoso y siempre está pendiente de mí. Además
me ha dado un hijo maravilloso que lo es todo para mí. Ahora mismo soy muy
feliz, no le puedo pedir mucho más a la vida.
Ambas mujeres se
quedaron calladas, durante unos minutos no supieron que decir. Parecía que el
silencio se pudiera cortar. Los efectos del cigarrillo de marihuana, que
circulaba de un lado a otro sin parar, ya se hacían sentir en las dos. Raquel,
menos acostumbrada, notaba un curioso mareo unido a una excitación que, aunque
no era nada extraño para ella, si que constituía una mezcla que hacía mucho
tiempo que no experimentaba. Aun así quiso retomar la conversación. No quería
que se rompiera la agradable simbiosis que percibía volvía a crearse entre
ellas.
-
¿Recuerdas la
cantidad de horas que hemos pasado aquí mismo, debajo de estas hojas? ¡Cuanto
nos habrán visto reír juntas, cuantas travesuras habrán contemplado y cuantas
confidencias habrán escuchado!.
-
¡Como iba a
olvidarme! Es imposible olvidar tantos momentos agradables. Siempre ha sido
nuestro lugar favorito ¡Éramos tan jóvenes y a veces tan… inocentes!
-
….
-
¿Recuerdas todos nuestros juegos…?
-
Todos…, nunca he
olvidado nada…, nada…
-
¿Echas de menos
algo…?
-
Muchas veces sí
que he necesitado… ¿y tú?
-
Yo siempre te he
echado de menos, sabes lo que siento por ti
-
Lo sé, pero…
No pudo
continuar. Raquel puso un dedo en sus labios ordenándole silencio. El cigarrillo
hacía ya un rato que se había acabado, pero la influencia que ejercía sobre las
dos mujeres era evidente. Ambas comenzaron a percibir una liberación y una
desinhibición como hacía muchos años que no sentían.
Con determinación
no exenta de cierto temor, Raquel abrió con suavidad uno de los frutos de la
higuera que aun tenía en la mano y, extrayendo totalmente toda su carne con los
dedos, se lo ofreció a Milagros. Ésta, con una sonrisa cómplice, lo aceptó con
agrado y sintió como su amiga introducía, con delicadeza, toda la pulpa del
fruto en su boca. Lo saboreó con gusto y con placer, relamiéndose los labios
con intensidad, luego, antes de que éstos se retiraran completamente, cogió entre
sus manos los dedos que le habían ofrecido el higo y así mismo, comenzó a lamer
y a succionar todo el jugo que en ellos había quedado adherido, limpiándolos
con deleite.
La embriaguez de
sus sentidos ya era total. Durante unos segundos, que parecieron largos minutos,
se miraron a los ojos con una mezcla de deseo y temor. Fue entonces cuando
definitivamente evocaron fugaces tiempos pasados en un presente pleno y deseado.
Una vez resuelta y expulsada la timidez inicial, acercaron sus bocas, entrechocándolas
en un apasionado beso, sus lenguas juguetearon revoltosas, primero con retraimiento
y más tarde con una pasión que, finalmente, ninguna de las dos fue ya capaz de
controlar.
Aquello no fue sino
el inicio. Ahora, muchos años después, volvían a sentir como el universo
explotaba de nuevo en sus corazones.
La higuera, la hermosa y exuberante higuera,
presencia silenciosa de tantos juegos de niñez y de algunos pecados de
adolescencia, iba a continuar siendo, una vez más, la mejor y la más fiel
guardiana de todos sus secretos.
Texto; José Vte. García Torrijos
Imágenes: Mª Jesús Paradela
Es muy 'modo magdalena de Proust on' al principio. Rico en adjetivos y delicadeza hierve tu texto.
ResponderEliminarA mi hermana adoptada le ha encantado el desenlace. Te felicitamos desde este Levante apañó nuestro.
Te mando mis besicos y toda la suerte para el concurso.
Esos momentos en el recuerdo tienen su propia vida y su propio sabor. Ellos construyen ahora nuestro momento, porque aparecen y se presentan.. y entonces nuestra historia se funde.
ResponderEliminar¡Qué bonito! Me he sentido identificada con ese secreto.
Besos
Un texto que diriges hacia un encuentro amoroso y apasionado entre dos amigas, embriagadas y deshinibidas por la marihuana, que completan evocando tan buenos recuerdos "una asignatura pendiente".
ResponderEliminarMe gusta Jose Vte.
Suerte.
Una historia, atrevida, bonita y muy bien explicada. La higuera, testigo mudo, del amor de dos mujeres. Pienso José Vicente, que puedes, muy bien pretender, ganar premio, con esta narración, tan delicada y tan valiente. Felicidades!!!
ResponderEliminarY te deseo mucha suerte
Has sustituido la magdalena de Proust por un porro, jajaja, osado que eres.
ResponderEliminarTe manejas bien en este tono literario, pero a mí personalmente me gustas más en otro en que puedes desarrollar tu voz más plenamente. Estaré atento.
me ha encantado como has desarrollado la historia fluyendo suavemente hasta un bello desenlace.
ResponderEliminarSuerte
Unbesazo
Me ha encantado este instante.. que tantas cosas me ha evocado... sencillo, corto y lleno de sensibilidad.
ResponderEliminarUn saludo
Muy bien escrito,Jose´Vicente.
ResponderEliminarLa fantasía máxima de muchos hombres , amor descrito entre féminas , físico también .
(yo siempre pensando en los hombres; es que me ha parecido ver un jardinero por detrás de la higuera contemplando la escena ).
jeje
...
SUERTE y enhorabuena.
Un relato dulcemente erótico. Me ha gustado el sabor de la breva, como dicen todos por aquí, estilo Proust y su magdalena y después me he acordado de la canción de Mecano Mujer contra mujer y te la traigo como música de fondo (para crear ambiente) :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Y mucha suerte.
Muy bien llevado, José Vicente... lo mejor de todo es que es perfectamente creíble :)
ResponderEliminarUn abrazo y suerte
Leyendo este relato, puedo afirmar, que no te atreves con cualquie tipo de género, (por ejemplo se me está ocurriendo un concurso de paradela tipo la sonrisa vertical)donde la novela erótica sea la protagonista, muy gráfico eso de la breva, de todos y todas es sabido la similitud entre la breva y la carnosidad de la vagina, y lo de la maria, muy apropiado para deshinibirse sobre todo en estos tiempos díficiles, donde no se habla más que de la crisis, Grecia, el euro, la prima de riesgo, la caida de las bolsas, los recortes, ¿me dejo algo? creo que me voy a liar un canuto....
ResponderEliminarun abrazo
fe de erratas:
ResponderEliminarDonde dije "no te atreves" quiero decir "te atreves" ya le estoy dando al porro solo me falta el higo..
Caray contigo, José Vicente. Cómo vienes esta vez.
ResponderEliminarLo de la foto es un higo. La breve es mucho más roja, por dentro y por fuera. Y, aunque en principio no era así, ambos frutos se dan ahora en árboles diferentes..
De echo, ahora mismo tengo cosecha de brevas e higos.
Me gusta ver como cada día te atreves un poco más.
Me han encantado esas confidencias al pie de la higuera y con ese final tan atrevido como fantasioso.
ResponderEliminarMuy bueno.
Vaya, parece que no he tenido suerte estos días, porque veo que no se han grabado muchos de los mensajees que dejé en los blogs amigos.
ResponderEliminarEspero tener esta vez más suerte.
Te decía que me gustó mucho esta entrada, porque los árboles de nuestros recuerdos sostienen nuestra estructura y nos permiten encontrar sentido bajo su sombra y olores a este tiempo que se escapa sin remisión.
Muy bello
Cuando he leído el título de esta entrada nunca hubiera pensado que el secreto de la higuera era ese, :)
ResponderEliminarDice Mariluz que es perfectamente creíble, ¿y porqué no iba a serlo?, el amor, el deseo, la pasión o simplemente el placer sexual pueden surgir entre dos personas incluso debajo de una higuera, pero además en tu historia estas dos mujeres eran amigas desde la infancia.
Muy sensual eso de los dedos de una llenaban la boca de la otra con el fruto y el jugo de esa breva...
Entre eso y el humillo del "peta" me has dejado "atontá" :))
Mucha suerte y muchos besos
Para cerrar tu relato nos aconsejas en la música de la semana Mujer contra Mujer de Mecano, muy coherente.
ResponderEliminarEl relato, como a otros seguidores evocador - de Proust- me ha gustado, hasta que al final leo "y de algunos pecados de adolescencia".
El amor es el amor, se viva como se viva, en tu relato estas dos mujeres aceptaban y disfrutaban de su relación ¿donde pues está el pecado?, imagina cuando hablas "volvían a sentir como el universo explotaba de nuevo en sus corazones", desde luego¿ quién estaría dispuesto a perderse una experiencia de este calibre?.
Dejemos que las personas vivan en plenitud su sexualidad, con alegría y gozo. El sexo se hizo para eso
Una última cosa ¿sabias qué , cuando hicieron la primera traducción de la Biblia del arameo, sustituyeron el higo- palabra originaria con la que Eva tentó a Adan- por la manzana, porque era demasiado fuerte poner el higo por su similitud con
el órgano genital femenino?. Es decir perdimos el paraíso por el "higo" de Eva . Eso dicen los judeo-cristianos integristas, los demás creemos que hay que amar por encima de todas las cosas.
Muchos besitos.
Un relato muy bien escrito, lleno de detalles y con mucho amor, precioso.
ResponderEliminarLa foto de la maria, muy guapa.
Suerte y un abrazo
Ahora quiero hacer yo un comentario de agradecimiento.
ResponderEliminarYa veo que os habéis quedado un tanto sorprendidos con el relato, no esperaba menos, y eso era lo que pretendía.
Me apetecía mucho dar un pequeño giro a mis relatos y eso es lo que he hecho, la higuera me ha venido que ni pintada, y por eso les he puesto nombre de mujer, porque identifican mejor que ninguna otra cosa la sensualidad y la ternura, y eso es lo que yo quería retratar en el relato.
Se que la comparación con la magdalena de Proust no me bveneficia precisamente, jejeje, pero de verdad que agradezco mucho la comparación.
Respecto a lo que comentaba Mª Jesús de las brevas y el higo, si que se que tienen claras diferencias, pero como decía aquel "no permitas que un pequeño detalle te estropee una buena historia". Me venía bien para el hilo argumental intercalar ambos nombres, por eso lo he hecho. Espero que me lo perdones.
En cuanto al comentario de Laura, siempre tan atenta, agradecerle la explicación del higo en la biblia, no la conocía, pero tampoco me extraña, porque como bien dices y también aclara Julian, la coincidencia entre el higo y el aparato genital femenino es evidente. Ese ha sido otro de los motivos de personificarlo en dos mujeres.
También quería aclarar que cuando habla de "pecados de adolescencia", es justamente por eso, porque son adolescentes y a esa edad muchas veces una relación digamos "diferente", y por culpa de la educación recibida, se siente como un pecado, pero la realidad y el amor es el que es y así lo manifiestan finalmente, aunque la vida les haya llevado por caminos diferentes.
Bueno, esos eran algunos de los puntos que quería aclarar. Volver a agradecer el recibimiento que le habéis hecho a esta historia. Con que os haya gustado un poco y sabiendo que, de momento, no he herido ninguna snsibilidad, me doy por satisfecho.
Muchas gracias a todos
Querido Jose Vte. Sorprendente el giro de muchos grados que ofreciste.
ResponderEliminarMuy valiente con el tema, aunque te sentí un poco tímido para abordarlo, tal vez por eso los rodeos del inicio.
Hmm... No te siento muy cómodo en este registro y me has gustas más en otros también.
Un gran abrazo con mucho cariño.
Hola Sara, de verdad que me he divertido mucho escribiéndola, al menos al ser tan diferente a lo que he escrito ultimamente me ha permitido deshinibirme un poco. ¿lo de la timidez?, puede ser. Si que quería que discurriera por unos cauces sugerentes pero sin caer en lo soez.
ResponderEliminarQuiero aclarar mi comentario anterior, eso de "herir sensibilidad". Quería decir que de momento ningún comentario ha salido criticando que fuera vulgar o soez, la relación que la historia relata, es claramente pausible y totalmente legal y normalizada, por lo que dificilmente puede herir sensibilidad alguna.
Dicho queda
Se ve que los higos te inspiran, en qué estarías tú pensando, puro erotismo reincidente además con la hoguera como testigo.
ResponderEliminarMucha suerte y un besazo.
Ha llamado Proust. Dice que qué problema tienes con él, que qué es eso de que no te beneficia. Y manda por Seur un paquete de magdalenas para ti... Bueno, no ha llamado. No ha podido llamar porque está muerto. En realidad ha llamado Rita. Sí, Rita. Dice que tu relato le recuerda a su juventud. Y que gracias. Y que, cuando reabra la Mostra, contará contigo.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Enhorabuena, a mí también me gustan los higos, me encantan los higos, me resultan irresistibles, me comería todos los higos, no me importaría el empacho: después de la preceptiva convulsión, pasados todos los estertores que provoca similar congestión, nada mejor -pensaría- que un buen cigarro y un chupito de bourbon del tirón.
ResponderEliminarEa, un abrazo.
Enhorabuena!
ResponderEliminaresta vez creo que el premio será tuyo... perdón por anticiparme, pero me ha gustado muchísimo este relato. No solo porque lo describes con una naturalidad y una delicadeza especial, sino también porque tocas y de un modo muy logrado, una relación entre dos mujeres de cierta edad, no dos adolescentes, que a pesar de los años y de la distancia, continuan sintiendo algo una por la otra.
Debo confesarte que leo algunos blog de mujeres en los que escriben como se han enamoroda en algún momento de sus vidas, de otras chicas y este post me ha parecido de lo más realista y objetivo.
MªJesús tiene razón, cada día escribes mejor. Más suerte de la que tienes para este concurso... :)
un abrazo
Entro a corregir ese "hecho", que me echó del grupo de la gente sin faltas (ultimamente las pongo terribles) y me encuentro con tus disculpas: para nada, José Vicente, la literatura es eso y no hay que dar explicaciones.
ResponderEliminarYo no sé si te pasará lo que a mi, que de repente no me entraban los comentarios porque están haciendo unas pruebecitas...yo entré en comentarios, spam, y allí estaban. Los marqué y le dije "no es spam" y entraron ellos en su hora.
Cuando lo erótico se escribe con delicadeza, se convierte en un relato normal.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Suerte
Una higuera complice de un amor "casi" imposible, buena entrada para el concurso de octubre, un saludo mucha suerte.
ResponderEliminar:)
ResponderEliminarsolo he sido espontánea y he escrito lo que he sentido después de leer tu relato tan bueno...
gracias.
:)
Confieso que no me esperaba este final, me ha sorprendido y me ha gustado. El relato es sugerente y sensual, se va entonando a medida que avanzas en la lectura hasta "estallar". Muy bien conducido desde el principio y muy adecuado a la fotografía. Los tres elementos principales, el higo, la maria y el sexo-amor lésbico bien enlazados.
ResponderEliminarMucha suerte.
Un abrazo desde Irlanda.
Es un gran relato te felicito mucho, te invito a ver en mi blog un texto que escribi titulado "The sweet poem", es un texto en el que combine letras pegadizas con ternura, espero que pases por ahi :)
ResponderEliminarGran relato. Hermosa prosa y buen ritmo.
ResponderEliminarTe felicito.
Saludos.
Ciertamente un registro diferente al que nos tienes acostumbrado y, como de costumbre, lo solventas con maestría. Hemos coincidido en parte de la temática, espero que tengas mucha suerte.
ResponderEliminarDiviértete mucho y un fuerte abrazo
ibso
He entrado a releer tu entrada al concurso y me ha impactado tan gratamente como la primera vez , cada vez me gusta mas como escribes y sobre todo la forma de transmitir sentimientos.
ResponderEliminarSuerte
Un besazo
Bona nit, Jose he leido todos los relatos del concurso. Buen relato bien llavado sensual y erotico.
ResponderEliminarSUERTE Y QUE GANE EL MEJOR!!!!!!
UN PETÓ I UNA ABRAÇADA
Excelente relato, me ha encantado, es muy real y toca el tema del lesbianismo con mucha delicadeza. ¡BRAVO!, sin lugar a dudas para mí eres el ganador, aunque tengo que reconocer que los relatos de Ana y Mercedes también son muy buenos. Saludos.
ResponderEliminargracias por tu visita y comentario amigo.
ResponderEliminarun abrazo.
:)
que bien te ha quedado al mejorarlo lo has enriquecido ,sigue asi y triunfaras .un beso de tu consuegri
ResponderEliminarMe parece muy interesante este blog ya que puedo obtener mayor conocimiento.
ResponderEliminar¡Hola Jose Vte.! No suelo encender casi nunca el ordenador, para eso esta Luisa que lo va a quemar. Concha me dijo que leyera tu última historia. Siempre me ha sorprendido como alguien puede escribir algo que no ha vivido y tu me has dejado flipa, me ha encantado el simbolismo y la sutileza de la historia. Genial. Un beso. Sue.
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