Se calzó sus
zapatillas rosa, se puso el vestido verde y llenó su mochila con los momentos
felices y los recuerdos que siempre la acompañarían, luego la completó con todo
lo que consideró necesario para iniciar su nueva vida. Miró su habitación, vio
que se olvidaba de Zoe su querido y
viejo tigre de peluche, no podía irse sin él, lo cogió con mimo y luego salió.
Pensó que ya era hora de partir. No le gustaba nada la
situación de incomprensión que vivía en su casa. Quería irse, iniciar una nueva
vida, su propia vida. Estaba segura de que éste era el momento. Se sentía
fuerte y con ánimo de empezar a vivir nuevas experiencias. Hoy era el día.
Antes de cerrar la puerta observó por última vez su casa.
Pensó que se le escaparía alguna lágrima, pero no fue así. Se despidió en
silencio, lanzando, con ceremonial gesto, un beso al aire con la mano. Iba a
dejar atrás muchos recuerdos, pero ahora debía irse - quizás para siempre -
pensó.
Ya casi había cerrado
la puerta cuando logró oír a su madre:
-
Cariño – le dijo desde la cocina – no salgas fuera que el
puré para la cena ya casi está listo. Lávate las manos antes de sentarte a la
mesa.
Eva refunfuñó un poco, odiaba el puré. Agitó, con gesto
airado la mochila de ruedas del cole del año anterior y se volvió a meter
dentro de casa cerrando la puerta de un portazo.
-
Mamá siempre lo fastidia todo – se lamentó
Imagen: José Vte. García
Que bonita es la inocencia.
ResponderEliminarMe encanta como te pones en la piel de tus personajes. Describes tan bien los sentimientos...
Para mí ha sido un buen comienzo de día leerte.
Un abrazo
Precioso, Cualquier disculpa es buena para quedarse.
ResponderEliminarNi que me hubieras leído el pensamiento desde mi infancia. Siempre ha sido así, y seguirá, hasta el último viaje de ensueño. Beso.
ResponderEliminarBueno, me gustó tu relato, pero Cecilia, sin mochila se escapó de casa harta de las mil una incomprensiones de sus mayores, fueron 3 días de supervivencia hasta que me encontró la Guardia Civil, contaba unos 5 o 6 años. Nunca más me amenazaron con encerrarme en un hospicio, motivo de mi fuga.
ResponderEliminarTe dejo mi ternura
Sor.Cecilia
como siempre sensible escritor nos regalas al alma magia y belleza con tus letras, esta amiga admiradora te da infinitas gracias y te manda un besin
ResponderEliminarMenos mal que se ha quedado.
ResponderEliminarEl mundo puede ser muy cruel para una flor tan tierna .
Besos.
Que corta la escapada y que poco su rescate, un simple puré de patatas, pero más dura hubiese sido la fuga, pero está claro que la libertad tiene su precio, un saludo.
ResponderEliminarUna pequeaña historia y un gran contenido. Un gusto leerte amigo.
ResponderEliminarvivire en mi inocencia para buscar a verdad vos pensas que puedo encontrarlo?
ResponderEliminarmuy beno
Un relato muy tierno. Me ha recordado alguna anécdota de mi infancia. Creo que en el fondo no quería marcharme; quería comprobar que alguien me quería. Como la niña de tu relato, que en cuanto escuchó su nombre de la boca de su madre dejó de tener motivos para marcharse, aunque no le gustara el puré.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Hasta pronto.
Sueños de libertad ¿tal vez? de una pequeña....
ResponderEliminarEscapar ¿quién no soño cuando era adolescente con escapar? Al final sólo quedaba en eso... Un sueño.
ResponderEliminarBicos
Me encanta que se le den tantos sentidos a la historia, todos ellos iagualmente plausibles.
ResponderEliminarPor otro lado, veo que ha sido una situación que ha pasado por la cabeza de la mayor parte de vosotros. Si, creo que es bastante común en la niñez y en la adolescencia el pensar en abandonarlo todo y empezar una nueva vida sin tener ningún plan ni conocer ningún rumbo .
Añadiendole una nueva lectura, mucho más inocente, a la historia, ¡quién no ha jugado, de niño, a escaparse de casa, simplemente como uno más de sus juegos infantiles. Yo lo he visto hacer en varias ocasiones en mi propia casa.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios, han enriquecido, de verdad, una historia algo simple, pero entrañable para mí.
¿Y quién no ha soñado así cuando se es niña intentando ser mayor y volar de esa manera?
ResponderEliminarJosé me ha encantado tu relato, mi aplauso y admiración.
Un beso.
¡ay! la libertad, el escaparse, el romper con la monotonia, comer lo que te gusta, buscar nuevos amigos y amigas, pero todo eso tiene un precio, y hay que saber valorarlo...
ResponderEliminarmejor un bistec con patatas panaderas y dos huevos estrellaos...
que calor hace amigo¡¡
saludos
mi hijo cuando tenía cuatro años se enfadó un día y dijo que se iba de casa, salió a la calle sin mirar atrás, yo le seguí hasta diez minutos y no volvía la cabeza, hasta que le cogí de un brazo y le dije, "hala para casa".
ResponderEliminarCreo que este tipo de reacciones en ellos, dice mucho de su personalidad, él sigue siendo muy suyo para según que cosas y bastante rebelde, simplemente que en la niñez todo parece un juego.
Me ha gustado mucho volver a leerte.
Un abrazo.
Me has recordado un documental que ayer ví en la 2, documentos tv; iba sobre las personas desaparecidas, no están muertas ni vivas. Fue estremecedor. Sus familias hablaban sobre todo lo que habían hecho para intentar hallarlas, con quienes habían hablado, qué ciudades habían recorrido, todo sin éxito. Algunos llevaban 20 años desaparecidos, otros meses, pero la descripción era siempre igual: un día desaparecen sin más y dejan todo a medio hacer.
ResponderEliminarTu relato muy evocador y con ese punto de terror (me fuí a la cama con miedo).
un abrazo
escribes cada día mejor.
Me gustó mucho que me sorprendiste con el final, el cual fue un gran alivio.
ResponderEliminarUn gran abrazo. Preciosa foto.
Recuerdo a mi hijo en situaciones similares. Se había construido en un árbol de la parte trasera de la casa, con maderas y todo lo que pillaba, una cabaña. Cuando " se iba de casa" yo dejaba la puerta entornada, él entraba sigilosamente en la cocina para llevarse la comida que le había dejado en el plato.
ResponderEliminarAl anochecer, entraba y se sentaba en el sofa, a mi lado, cada vez se recostaba mas y mas cerca, cogía mi mano y la ponía en su espalda para que la rascase,hablábamos de lo duro que había sido ese día, muchos nos quedábamos dormidos de esa guisa.
Recuerdos hermosos.
¡¡OÉ-OÉ-OÉ-OÉ-OEEEEEÉ-OEEEEEEEEEÉ!
ResponderEliminarEstá pasando, maifren.
El chulazo sacrificado por Rajoy quedaría monísimo en la portada de la revista 'Zero'. Pero sin traje.
Ay, qué de sastre.
http://www.youtube.com/watch?v=QDZjPq3kFns
Besos inocentes. Como él.
Reitero mi agradecimiento a todos por vuestras aportaciones tan valiosas que enriquecen grandemente el relato. Sobre todo por las aportaciones personales que habéis hecho. En especial se lo quiero agradecer a Laura.
ResponderEliminarOs doy infinitas gracias
Tu blog me gusta y tambien me gusta mucho la plataforma y el formato
ResponderEliminarQuerdio Jose vicente, es un relato muy tierno. Me encanta porque imagino que más de uno de los que se van les hubiera bastado para quedarse...una mamá fastidiosa, ¿verdad?
ResponderEliminarBesitos