Amor de Verbena
Eran las fiestas de San Genaro y Alex y su banda tocaban, completamente entregados, las canciones programadas y otras que le iba pidiendo la entusiasta y agradecida audiencia de aquella recóndita aldea alejada de casi cualquier lugar.
Todo el pueblo, más concurrido que nunca, estaba en la plaza engalanada, los niños correteaban alegres y alocados por entre la gente, los hombres daban buena cuenta de los botellines de cerveza que se iban amontonando en las improvisadas barras que por toda la plaza habían dispuestas, y las mujeres y los jóvenes bailaban agradecidos a los sones de la versión que Alex y su grupo hacían de Black Eyed Peas y otros cantantes de moda.
Todos allí eran ajenos a cuanto sucedía en el mundo. Ese día todo lo que no fuera diversión estaba prohibido.
Hacía rato que Alex se había fijado en un grupo de jóvenes, y en especial en una de ellas que lo miraba con ojos entre tímidos y seductores, bailando con un ritmo acompasado, mientras daba pequeños sorbos a través de una pajita metida dentro de un vaso de plástico.
Alex era consciente de que estar ahí arriba era un imán para muchas jóvenes, atraídas por lo que ellas consideraban el fulgor de alguien famoso por el simple hecho de estar subido a un escenario. Alex no dudó en seguirle la corriente, y así se inició un juego de miradas y seducción entre ambos. A sus veintinueve años sabía muy bien como atraer a jovencitas como ella. Esa era una ventaja a la que raramente renunciaba. Hoy menos que nunca.
Al terminar la verbena, Alex y su grupo fueron a la escuela y allí hicieron uso de las duchas a modo de camerino, algo muy habitual en aquellos bolos de verano por los pueblos. A la salida, y tal y como habían quedado mediante gestos y guiños, estaba Rosa, así dijo llamarse la joven, esperando bajo un árbol en una zona semioscura y algo alejada de la escuela y de la plaza. Cuando Alex llegó, la saludó con cortesía mientras le pasaba un cigarrillo de marihuana a medio consumir, ella inicialmente lo rehusó, pero ante la insistencia de él, finalmente lo aceptó, dando unas profundas y desenvueltas caladas. Era Rosa una morena de diecinueve años recién cumplidos, de complexión recia y prominente pecho, aunque no muy alta; sus ojos color caramelo era lo que más sobresalía de un rostro decididamente vulgar aunque agradable. Apenas había salido del pueblo y trabajaba ayudando en la carnicería de su padre. Y lo más interesante para Alex, nunca había tenido novio ni relaciones con otros chicos.
Alex, halagador y zalamero, fue envolviéndola en un halo de irrealidad con lisonjas y preguntas interesadas que la hacían sentir importante y única. Rosa se sentía bien junto a él, la escuchaba y parecía entenderla; así es que no tuvo ningún reparo en contarle cuan harta estaba de todo. Le contó lo reprimida y sola que se sentía en aquel pueblo perdido en mitad de ningún sitio y lo aburrido de no ver nunca a nadie salvo a las cuatro abuelas chismosas que acudían a la carnicería; le explicó su hartazgo de vivir durante meses y meses casi sin amigas, todas estudiaban en la capital, y sin apenas distracciones. Su madre hacía ya varios años que había muerto, según dijo Rosa también de aburrimiento, y las peleas con su padre eran continuas…, incluso los acosos. Hacía ya tiempo que le rondaba por la cabeza irse de allí.
Esa noche iba a ser la de su verdadera liberación.
Mientras se sentaban bajo la tenue luz de la luna de Septiembre, a Alex se le esfumaron todos sus aires de conquistador implacable; no pudo evitar sentir una cierta empatía por aquella joven. Le había abierto su corazón a un desconocido como él, lo que decía mucho del grado de hastío que había llegado a sentir.
Le gustó Rosa, le había caído bien su franqueza y hasta hubiera jurado que empezaba a sentir cierta atracción hacia ella. Idea que rápidamente intentó retirar de su cabeza. Pero lo que no pudo evitar fue que empezara a nacer una cierta química entre ellos cuando comenzó a besarla en los labios. Luego, mientras en el pueblo lanzaban los fuegos artificiales que anunciaban el fin de las fiestas de San Genaro, él trató de poner todo el empeño que fue capaz por hacer, de aquella primera vez de Rosa, la experiencia más placentera e inolvidable de toda su vida.
Enhorabuena para Rosa!...espero que haya habido muchos fuegos de artificio también para ella!jejej
ResponderEliminarUna historia de amor muy propicia de surgir en fiestas como las que nos narras!
Un abrazo.
Historias de amor verbeneros que espero que a Rosa aparte de los fuegos de artificio le haya ido bien.
ResponderEliminarMmmmm volver a esos tiempos "mozos" con tu relato, ha sido recordar tantas cosas :)
ResponderEliminarEncantador, de verdad.
Un besazo.
El giro del aburrimiento de Rosa.
ResponderEliminarBesos, con "Rosa, Rosa, tan maravillosa..." de fondo, una vieja canción de Sandro, que tal vez conozcas.
Y Alex, quedó atrapado en sus mismas redes... Un bonito cuento de tantas y tantas verbenas con parecido ambiente, música y protagonistas... Realmente bello- Esperemos que acabe como los buenos cuentos, ésos de: - Y fueron felices...
ResponderEliminarBesitos, amigo.
Que chico más delicado y atento!
ResponderEliminarBesos!
me gusttó mucho el relato, tocastes mi corazón y vi de nuevo las verbenas a las quew iba de joven y como me palpitaba el corazón porque estaba enamorada de un chico que iba a invitarme a bailar...bufff, que tiempos!!!
ResponderEliminarBesos
A ver Sara que me has tenido un buen rato buscando la canción, jejeje. Primero pensaba que era ésta, que además conocía más y mejor:
ResponderEliminarManda rosas a Sandra
Luego he descubierto que te referías a esta otra del mismo cantante Sandro y que también conocía
Rosa, rosa.
Gracias a todos por vuestros comentarios. Y a los que hayan detectado la pequeña maldad espero que no les importe la travesura.
Un abrazo a todos.
El segundo enlace da error, el bueno es éste:
EliminarRosa, Rosa
Jajaja, el buen Sandro. Yo fui su fan de peque. Casi nos desmayábamos de tanto gritar cuando se presentaba.
Eliminarque bien... una verdadera fiesta para Rosa eh! jajaja... un beso!
ResponderEliminarBueno, es lo que pasa en los pueblos para muchos jóvenes, se aburren, no hay diversiones, y cuando ven a alguien de la capital les atrae en sobremanera, y eso es lo que le pasó a Rosa que con Alex tuvo si verdadera fiesta.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Jose, no voy a ser indulgente esta vez, con tu permiso. La versión de Alex es alentadora, sin embargo conozco demasiadas Rosas a las que la liberación les trajo consecuencias indeseables. Esta es una de esas razones por las que me alegra que nuestros hijas hayan nacido en este presente y no en nuestro pasado. Bs. familiar.
ResponderEliminarQuerida Emejota, yo también me alegro de que nuestras hijas estén es esta época en cuanto a libertad de relaciones y estabilidd por el hecho de ser mujeres. De todas maneras aun siguen habiendo muchas Rosa por muchos pueblos (y ciudades).
EliminarUn abrazo
cómo se nota que soy de pueblo,aunque en ciertas etapas de mi vida no lo fui...cómo se nota que soy d epueblo y de ue conozco todo lo que has escrito diríase que al dedillo...cómo se nota que soy de pueblo y que me has hecho pensar en los ligues de verano...cómo se nota que soy de pueblo y que en las fiestas uno intentaba eso...el polovo de esos cuatro días de fiestas...cómo se nota que soy d epueblo...
ResponderEliminarpero...la verdad, mi pueblo es un poco más grande...600 habitantes...y no creo que...bueno, sí, sí creo que ahora una joven o un joven piense como rosa...en mis tiempos no recuerdo haber pensado así...
cómo se nota que soy d epueblo y que la verbana esa la he vivido muchas veces, aunque ya pase de ella...
me gusto este relato, josé vicente..
medio beso.
Me ha enganchado el relato, puesto que quería saber qué pasaba al final con Rosa y Álex. Rosa estaba un poco aburrida de aquella rutina del pueblo y encontró en Álex un buen aliado para disfrutar de las fiestas. Es cierto que en los pueblos pequeños la gente tiende a fijarse en quienes vienen de fuera, ya que todos se conocen demasiado bien y buscan conocer personas distintas a las que ya tienen más que vistas. Por cierto, pensé que escribirías de las fallas, pero eso para otra ocasión, que además, ya lo hiciste hace poco. Un beso.
ResponderEliminarHola Cristina, si que lo pensé escribir sobre las fallas, pero es que como bien dices, hace poco que escribí aquella pequeña tontería sobre ellas y repetir pues como que no me apetecía mucho, además no siempre me sale la vena más fallera, a veces me ensaño un poco, jejeje.
EliminarUn abrazo
Hola Jose Vte....Borré el comentario anterior con errores.
ResponderEliminarNos llevas al pasado, a aquellos primeros besos....¡ufff!...¡qué lejos en el tiempo!....me quedo con los últimos que los tengo muy presentes...
Mira te dejo el enlace en dónde la canción de Sandro Rosa,Rosa, se oye un poco mejor:
Rosa rosa con Sandro
Ay, Rosa, Rosa tan maravillosa
como blanca diosa,
como flor hermosa
tu amor me condena
a la dulce pena de sufrir
Ay, Rosa, Rosa dame de tu boca
esa furia loca
que mi amor provoca
que me causa llanto
por quererte tanto,
sólo a ti....
me son siempre gratas las palabras de amor.
Recibe un beso amigo.
Anna, como siempre tan atenta, gracias por el enlace y por trascribir la canción. Eres un encanto.
EliminarRecibe otro beso.
Imagino cuántos amores habrán nacido bajo los fuegos artificiales de una gran fiesta; pero ninguno lo habrá podido contar como tú. Rosa tuvo suerte, y estoy segura de que sigue teniéndola.
ResponderEliminarUn abrazo y hasta pronto.
Tras de esa fachada de buitre de escenario, se escondía en el fondo una persona honesta y sensible. Sin renunciar a pasar un rato agradable, sí que renunció a su espíritu depredador y procuró hacerla en esa primera vez, una mujer feliz. Queda la incertidumbre de lo que pudo ocurrir después de ese encuentro alentado por la novedad y la fiesta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pepe, creo que muchos no abéis caido en el enlace que hay arriba sobre una variación del mismo relato en las Crónicas de la Muerte Dulce. Ahí se da una alternativa, no tan romántica´..., si no diferente.
EliminarUn abrazo
Y Rosa pasó una noche genial y él se enamoró. Dejó de ver a las chicas desde arriba, sólo la veía a ella que en los años siguientes le acompañó a todos sus conciertos. Cuando él se quedó calvo y echo barriga, Rosa todavía estaba ahí, abajo mirándole embobada...
ResponderEliminarY colorín colorado...
Un abrazo y se ha acabado.
Verónica, has dado en el clavo, a un relato tópico un final igual de tópico, jejeje. Espero que Rosa no le siga mirando embobada... la barriga, jejeje.
EliminarUn abrazo
Pues si, tocas una parte de las fiestas por la que casi todo el mundo pasa de puntillas, dias de fiesta y "libertades" que para muchos y muchas han sido los primeros pasos en esos escarceos casi prohibidos.
ResponderEliminarUn relato muy bien montado en el que nos llevas de la mano hasta lo que se quedara de recuerdo para toda la vida en los dos protagonistas.
Un abrazo
Cuando llegan "los artistas" a esos pueblecitos se sienten grandes, y los de abajo del escenario pequeñitos. Pero cambió las tornas, dos iguales buscando un instante de cariño, Fuegos artificiales como punto final.
ResponderEliminarFeliiz fiesta, Jose Vicente.
buen relato: pense que era otro de la serie "la muerte dulce" abajo al final y me he percatado, de que se trataba de otra muerte dulce.
ResponderEliminarLa muerte dulce de la inocencia de Rosa.
Me ha gustado, desde luego. Recibe un montón de abrazos. J. vicente.
Montserrat, no te falta razón. Hay un relato para la muerte dulce colgado allí en aquel blog. Este relato tiene dos caras. Muy distintas.
EliminarUn abrazo
Caramba con los músicos, siempre tan ligones, tan puestos, con legiones de fans, y como fondo las fiestas de un pueblo, que podría ser el mio perfectamente, un pueblo pequeño perdido en la Mancha, aunque bien comunicado afortunadamente, cuantas fiestas patronales he pasado allí, desde que eran cuatro músicos que tenian que dormir en casas de los lugareños, hasta las formidables bandas que vienen ahora, pero siempre estarà la mitologia de los músicos, juglares, cantantes, que vienen a las fiestas y triunfan como la coca-cola, bueno ni que decir tiene que yo tambien me arrimaba a las mozas.
ResponderEliminarsaludos
José Vicente, tu relato me ha transportado a las fiestas del pueblo de mi abuela, Villa Nueva de San Juan, provincia de Sevilla.
ResponderEliminarNoche mágica la del 24 de junio, con el grupo tocando en la plaza delante de la iglesia, eso si yo estaba mas espabilada que Rosa, pues era forastera jajaja!!! eso nos decían a los que veníamos de la capital.
Bonito y tierno relato el tuyo.
Besos feriantes
Has retratado estupendamente ese cantante de orquesta de fietsas y esa chica de pueblo víctima de diversas carencias.
ResponderEliminarEl final, no sé si lo esperaba, pero me parece muy bien resuelto.
Un abrazo.
Gracias en general a todos por vuestros comentarios, os contestaría a todos en particular, pero en la mayor parte sería para agradeceros el interés en comentar.
ResponderEliminarMe alegro de que os haya gustado el relato, con el final tan feliz.
Hay otra alternativa al mismo en las crónicas de la muerte dulce..., quien quiera está invitado a conocerla.
Un fuerte abrazo a todos
Que linda historia José!!! Me parecía que estaba escondida mirando la situación, y ese final con los fuegos artificiales explotando son el corolario ideal para decir sin más palabras lo que sucedió después del beso.
ResponderEliminarBuena suerte la de Rosa, y por qué no, la de Alex también.
Un abrazo.
Yo, no se si desearles buena suerte a ellos dos, o deseartela a ti.
ResponderEliminarPrefiero a ti, es más rentable y más lógico... hay que cuidar la creación y estimular la imaginación. Ellos, bastante tuvieron con su FIESTA particular
Ay, los Músicos en los pueblos... y que me decís de las Músicas?
Abrazos
Me quedé pensando en si habrá quedado algún "recuerdo" que aquel festejo... Que se yo... alma de folletín será.
ResponderEliminarTu relato impecable, detalle a detalle nos pone en clima y climax.
Me gustó eso de que estuviera todo prohibido menos divertirse. Qué cierto el "arrastre" de los que se suben a un escenario aunque sea a tocar la pandereta. Eso sí, no todos mantienen el atractivo una vez que se bajan de proscenio, jajja.
besos!
Siempre es grato leerte, ésto ya te lo he escrito en muchas ocasiones. Pero realmente él (Alex) en algún momento da la sensación de que abusó, en parte, de la chica de 19 años o es mi mente perversa que lo ve así??
ResponderEliminarEs una bonita historia de amor, de veras. Aunque con mi comentario pareceira lo contrario.
un abrazo José Vicente.
Esos amores de pasquín, de esos que dejan huella pero no vuelven más, así me pareció tu relato en un primer momento, al final todo cambió es que a parte de "arte" que es lo que tiene el amigo, hay algo que se llama "angel"... y ella tenía eso "mucho angel"...
ResponderEliminarBesos!!
Y yo que me enamorisqué una vez de un componente de orquesta... qué tiempos aquellos, he vuelto a recordarlos con tu historia,:)
ResponderEliminarUn beso
Aiiissss que me estoy recordando a mi misma, tontorrona, de pueblo y ligando con el chico guapo de la orquesta. ¡Que nooooooooo, que yo no soy esa Rosa, pero mira, la chiquilla se lo pasó genial!
ResponderEliminarUn beso...y disculpa por llegar tan tarde a comentar