Todos los sábados por la mañana, y
antes de acercarse al mercado para realizar la compra semanal, Josefa se acercaba
a la administración de lotería y compraba su billete para el sorteo que se iba
a realizar ese mismo día. Siempre, desde hacía ya 12 años, compraba el mismo
número, a pesar de que nunca en todos aquellos
años le había tocado gran cosa; alguna pedrea o alguna devolución, pero nunca
nada serio, ninguna cantidad lo suficientemente importante como para permitirse
algún capricho o algún exceso. Ese singular detalle no impedía que Josefa perdiera
la esperanza y que acudiera fiel a su cita con la administración de lotería de
su barrio. Mª Carmen, la lotera, y ella se habían hecho buenas amigas a fuerza de verse
todos los sábados por la mañana; ambas compartían número y ambas eran confidentes
de sus propias quimeras que manifestaban en el ceremonial, mitad en broma,
mitad en serio, de frotar el billete de lotería en la espalda de la lotera, con
la idea de que ese gesto, como si de un toque mágico se tratara, era el que
inevitablemente les traería suerte.
Todas las semanas repetían la misma
operación, sin faltar ninguna. Josefa estaba convencida de que su día llegaría
y de que ese número, su número, saldría tarde o temprano, y ella por fin podría
tocar el cielo con las manos.
Una vez con el billete de lotería en
sus manos, y mientras se dirigía al mercado, a Josefa le gustaba soñar. Soñaba
en todo lo que iba a hacer con el dinero que le podía tocar; fantaseaba con
hacer un gran viaje con su marido, ese pobre cabezón, de tan mala suerte, que
llevaba mas de un año parado, y que a sus mal llevados 56 años, tenía cada vez
menos esperanzas de encontrarlo; o quizás se compraría un lujoso vestido largo
y pasaría toda una noche bailando, como epílogo a una romántica cena con
su, ahora si, apuesto marido, que enfundado en un elegante smoking, estaría
irresistiblemente romántico; y ya puestos a soñar, cumpliría su gran deseo, compraría
una casa. Sería en el campo, siempre les había gustado vivir allí, en una casa
grande en su pueblo, con un gran terreno donde cultivarían sus hortalizas y tendrían
montones de árboles frutales, aquel si
que sería un buen lugar donde respirarían aire puro todos los días. Pero a
veces, se sentía mal por lo que creía un exceso de ambición, entonces bajaba al
sueño de la realidad y se conformaba con comprar un pequeño piso en la propia ciudad,
que tuviera ascensor, eso sí, que las piernas ya estaban muy castigadas; con una
cocina grande donde poder colocar el ansiado lavavajillas y que tuviera grandes
ventanas exteriores para poderlas abrir y dejar que se paseara el aire fresco
por todas las habitaciones, en lugar del enrarecido ambiente que subía del
deslunado interior al que daban las ventanas de su viejo piso.
Hoy es sábado y Josefa ha dejado de
soñar, no se lo puede creer, pero de repente se ha encontrado con la más cruda y
amarga realidad. Una fractura de tibia la mantiene recluida en una cama del
hospital; fue hace dos días por culpa de un desafortunado accidente al caerse
del último tramo de la escalera que estaba limpiando.
El infortunio no le ha impedido que,
cómo siempre suele hacer, haya escuchando el sorteo de la lotería por la radio
y asistir, como en otro de sus sueños, a vivir el momento mágico en el que los
niños de San Ildefonso han cantando el número que ella juega desde hace tantos
años.
- ‘Pero poco dura la alegría en la
casa del pobre’ – pensará más tarde.
La explosión de alegría inicial se ha
tornado en angustia y desilusión al comprobar que su marido no ha ido a la
administración de lotería a comprar el décimo.
Ahora Antonio no sabe como consolarla.
Maldice su suerte y se siente culpable por la dejadez de no haber pasado a
recoger el billete, camino del hospital, como su mujer le había indicado. Es
ahora que, con encogido disimulo la mira, cuando apenas reconoce a una mujer desolada
y abatida, tan distinta de su desenfadado y alegre carácter habitual. Y sólo entonces
empieza a ser consciente de lo que ese décimo significaba para ella y cuanto de
una apacible y placentera senectud se ha podido volatilizar con ese olvido.
Cabizbajo y sin saber que decir,
asiste entre apenado y resignado a los lamentos de su mujer, que confirma que
una vez más la fortuna les ha dado la espalda.
- No era para nosotros – trata de
consolarla con poco convencimiento.
Durante un buen rato, no se oye nada
en la habitación, el silencio se podría cortar, y solo es roto, ocasionalmente,
por algún quejido o por el pasear de visitantes y familiares de alguna
habitación de la planta. Ellos bastante tienen con asumir que su vida volverá a
la rutina que nunca cambió; Josefa, cuando se recupere, seguirá limpiando
patios y escaleras por setecientos euros al mes. Antonio a pasarse, como casi todos
los días, por la oficina del paro para mirar que ofertas de empleo hay, luego
pateará algunas fábricas pidiendo una faena, que sabe sobradamente que no le
darán.
Finalmente, ese silencio es
repentinamente roto por el estridente sonido del timbre del teléfono que les
saca les saca de golpe de sus aislamientos, Josefa, con el gesto envuelto en
derrota reflejado en la cara, le dice a su marido que se lo acerque, y éste
servicial se lo hace llegar:
- Hola Josefa – le dice la voz al otro
lado del teléfono – soy Mª Carmen, la
lotera, no se si sabes que la semana pasada salió la devolución en el
décimo que te llevas todas las semanas, y que hoy, al ver que no te pasabas a
recogerlo, he empleado ese dinero en comprar el décimo de esta semana, como
solemos hacer habitualmente.
¿Ya sabes que te ha tocado la lotería?
En un momento dado, Josefa dejó de oír lo que le hablaban, porque de nuevo había vuelto a soñar.
¡Qué maravilla. Lo que es un amigo!
ResponderEliminarOjalá que este año toque a quienes más lo necesitan, que son muchos.
ResponderEliminarUna preciosa entrada, y los sueños , sueños son.
besitos
¡Ay la lotería! Deseo que toque bien repartida para que mucha gente pueda disfrutar de ese momento, a mi no me va a tocar porque nunca juego, pero me alegraría que le tocase a algún amigo que lo está pasando mal.
ResponderEliminarUna entrada muy hermosa.
Bicos
Qué bella y consoladora entrada. Te reconcilia con el género humano. Un fuerte abrazo y felices días.
ResponderEliminaray¡ Jose Vte...lo que hace la amistad....
ResponderEliminarsoñar y soñar con dinero si lo que en realidad es importante es la salud...y todos soñamos, y hacemos planes, y esperamos con nerviosismo ese dia 22 de diciembre,dicen que cuanta más necesidad hay, más se gasta en loteria...
Ojalá tengamos un poco de esa "suerte"que nos hace falta...
Un beso.
Maria Jesús, ya se dice, que quien tiene un amigo tiene un tesoro.
ResponderEliminarUn abrazo
Ojalá, Ana, y que los premios estén repartidos y que les toque a gente que realmente lo necesite, y que por favor no le vuelva a tocar a Carlos Fabra, el presidente de la Diputación de Castellón.
ResponderEliminarUn beso
Dilaida, yo particularmente, tampoco juego nada, ni siquiera a las quinielas, ahora en Navidad compro algunas porque son compromisos, mi mujer si que suele comprar lotería todas las semanas y alguna primitiva de esas, pero lo que es tocar, nada de nada.
ResponderEliminarUn beso
Es verdad, Emejota, hay actitudes de personas que te reconcilian con la vida y con el ser humano, y eso es lo que yo pretendía.
ResponderEliminarSupongo que aun sigo con el espíritu de la Navidad, jejeje.
Muchas gracias, un abrazo y felices también a tí
Anna, que bonita es la amistad, cuando es auténtica ¿verdad?, yo siempre he dicho que la mejor lotería es tener salud y un buen trabajo, pero no hay que negar que una ayudita en alguna ocasión no viene nada mal.
ResponderEliminarSuerte también a ti y a todos los amigos, a ver si a alguno le toca algún pellizquito.
Un beso
Quiero invitaros a que paseis por el blog de Encarni, Brisa de Venus, ha tenido la deferencia de escribir un magnífico y entrañable relato y ha puesto como imagen del mismo un oleo pintado por mi hija Irene:
ResponderEliminarLa memoria de los pinceles
Desde aquí aprovecho para felicitarla por el relato y por el premio de Paradela, y darle las gracias por incluir el cuadro en su historia.
Mucha gente sueña con el Gordo de la lotería de Navidad, pero estos años el número es todavía mayor. Éste podría ser un buen método para medir la gestión de un gobierno.
ResponderEliminarMi padre siempre dice en estas ocasiones: "jugar por necesidad, perder por obligación".
Bonito relato.
Ebude, mucha gente fía a la suerte de la lotería su futuro y gasta mucho en jugar a la gran cantidad de sorteos que existen.
ResponderEliminarAño tras año todos repetimos la misma cantinela "otra vez sera"
Gracias, y felices fiestas
Excelente, José Vicente. Un cuento que va mucho más allá de la anécdota, sobre la esperanza, brillante y engañosa, y el tedio de la desesperanza, la amistad y el sinsentido del azar.
ResponderEliminarGracias.
Jose Vte tu historia es maravillosa , queda en el espíritu una sensación especial al leerla.
ResponderEliminarya he visto el cuadro de tu hija ,en el blog de Encarni, me ha encantado desprende muchísima sensibilidad felicitaciones a la artista
Un besazo
Yo le hago un monumento a la lotera... muchas se lo hubieran quedado ellas. De todas formas, Jose Vte. me encanta el final ambiguo, en que uno no sabe qué es realidad y qué fantasía... Yo creo que es fantasía, porque en la vida real las pobres Josefas se rompen la tibia y no les toca la lotería. Pero bueno, no me hagas caso, porque también los milagros.
ResponderEliminarBueno, pues final feliz. A veces no todo está perdido. A la lotera por lo menos un jamón de jabugo le debería caer, o un viaje a los fiordos , digo yo.
ResponderEliminarSigue sin aparecer el acertante de Euromillón de mi pueblo, Guardo(Palencia), 43 millones de Euros, el viernes pasado, no me extraña. Habrá puesto pies en polvorosa jejeje.
Gracias por tus palabras, Roberto, la esperanza y el azar, parece que van indisolublemente unidas, y mas en estos tiempos de crisis, todos vamos como locos buscando que el azar nos devuelva un poco de esa esperanza que poco a poco estamos perdiendo.
ResponderEliminarUn abrazo y felices fiestas
Anusky, muchas gracias, por tus palabras en cuanto al relato y por tu elogio al cuadro de Irene, eso que describes se llama espíritu de la navidad, que aunque yo no creo mucho ni en el espíritu ni en la navidad, creo que deberíamos tenerlo presente durante los 365 dias del año.
ResponderEliminarUn beso
Ramón, si quieres que te sea sincero, yo también le haría un momumento a la lotera, al final efectivamente le he dado una cierta idea ambigua, pero yo quisiera creer, y no es la idea del relato, que cada uno puede pensar lo que quiera, aunque esto no es 2001 una odisea del espacio, que al final si que le ha llamado la lotera y solidariamente le ha arreglado la vida a dos almas desgraciadas.
ResponderEliminarYo en su momento disfruté como un loco con "Milagro en Milán" y con ¡Que bello es vivir!
Un abrazo
Calvarian, el de los 43 millones de euros, definitivamente está en los fiordos noruegos, riéndose de la crisis entre copa y copa de champagne, después de navidad, sin duda visitará el Valle de los Reyes en Egipto, para compensar tanto frio.
ResponderEliminarYo confio en que alguna vez pueda tener algún final feliz como este, jejeje (pero sin la pierna rota, claro)
Un abrazo
La lotería de Navidad tiene magia, el problema que solo es magia, pero por unos días soñamos...
ResponderEliminarEl relato es Navideño Total.
El años que viene entre todos tenemos que hacer un pequeño concurso de Relatos Navideños habrá que comentárselo a nuestra amiga María Jesús, un saludo.
Mamé, estoy de acuerdo contigo, para el año que viene le podríamos recomendar a Maria Jesús que organizara un concurso de relatos navideños, ella que tiene experiencia, jejeje, no haría falta ningún premio, solo por el placer de concursar.
ResponderEliminarUn abrazo y felices fiestas
Así que la lotería le llego doblemente: una en forma de dinero y otra en forma de esa enorme amistad y generosidad. ¡Que bonito!
ResponderEliminarSiendo así no hay mayor felicidad, ¿verdad Aro?, bueno cuando tenga la pierna curada claro, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo
Sabes Jose Vte, mi abuelo materno nos contaba una historia parecida a esta pero con distinto final que le ocurrió a su madre. Ella siempre jugaba el mismo número año tras año, y un año dijo que llevaba muchos años jugando con ese número y compró otro. Y la vecina entonces jugó ese número y mira por donde le tocó. La vecina claro está, le hizo un regalillo, pero la rabia que le dio a mi bisabuela... arggg.
ResponderEliminarLa suerte que es caprichosa.
José, me alegro que te gustara el relato, creo que hemos sumado y creo que tu hija lo seguirá haciendo.
Un beso para tu nena, y otro para ti.
AH!! FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO para toda tu familia.
Encarni, que rabia lo de tu bisabuela, la verdad es que la suerte si que es caprichosa.
ResponderEliminarMi mujer, y cuando lea esto me va a reñír por decirlo, juega tambien todas las semanas un mismo número de lotería, y de ahí parte la idea inicial, desde luego nunca le ha tocado, mas allá de pequeños premios menores como devoluciones y terminaciones, y aunque yo a veces le digo que tira el dinero, tiene razón ella cuando me contesta que como lo va a dejar ahora, seguramente si lo deja tocará.
Asi es que a esperar a la Diosa Fortuna que lidera esta entrada.
Encarni, es que tu relato es muy bonito, y me pareció todo un detalle la dedicatoria y el enlace, me alegro mucho que haya sumado.
Felices Fiestas y buen año para todos vosotros también.