Invictus y Saramago

Me gustan las películas con finales épicos, y con finales felices, generalmente siempre llegan a emocionarme, hay montones de películas con finales tristes que también emocionan, pero te dejan eso, triste, en cambio un buen final épico y feliz, te da una visión del mundo optimista, te alegra el espíritu. Y eso creo que es bueno.

Ya me ocurrió hace unos dias con el final de Perdidos, querría haber escrito algo sobre ello en aquel momento, pero luego por circunstancias no lo hice, porque a mi, y mas después de haber reflexionado sobre ello, ese final tan polémico me gustó.
Me gustó, sobre todo porque fue un final centrado unica y exclusivamente en  la reflexión hacia unos personajes, que son humanos, que han sufrido y que están...muertos, pero que tienen su recompensa, en la reunión de todos ellos en un hipotético purgatorio, camino de no se sabe bien que..., quizás en el alma de cada uno, que es lo que seguramente es el Cielo.

Invictus no es desde luego la mejor película de Clint Eastwood, ni siquiera de las mejores (para mi su mejor película es sin duda "Unforgiven" "Sin Perdon", auténtica obra maestra del cine con mayúsculas, uno de los mejores western de la historia del cine y por supuesto el mejor desde la época dorada en los años cincuenta con "Centauros del desierto" de John Ford a la cabeza ).
Pero su objetivo lo cumple perfectamente, y este es hacernos reflexionar sobre la capacidad de las personas, si se lo proponen, hacia la unión , el esfuerzo y el sacrificio en pos de un futuro esperanzador y mejor, y no hay un personaje mejor para ello que el premio Nobel de la Paz y en ese momento presidente de Sudafrica Nelson Mandela, que pasó 27 años encerrado en una prisión de 3 metros cuadrados por el execrable delito de ser negro y reivindicar unos derechos. Gracias a la presión internacional contra el Apartheid, que excluía totalmente a la inmensa mayoría negra, fue liberado y llegó a presidente de su país en unas elecciones democráticas.
El campeonato del mundo de Rugby, además de ser un hecho real, es una gran metáfora sobre todas estas grandes ideas, que deberían de ser unos principios básicos de la humanidad.
A él y a esa idea ha dedicado Clint Eastwood su película, yo la recomiedo, no defraudará, y además os levantará el ánimo en estos momentos tan depresivos que vivimos.

Yo tengo que reconocer que nunca he leido ningún libro de José Saramago, no es algo que me haga gracia decirlo, y mucho menos escribirlo, pero esa es la verdad y no puedo ser hipócrita diciendo lo contrario.
Pero si que puedo decir que me gustaba escuchar sus opiniones cuando leía algún artículo o le hacían alguna entrevista, sus lúcidas reflexiones y su compromiso social, una de sus últimas apariciones fue cuando visitó a Aminatu Haidar en la terminal del aeropuerto de Madrid, cuando la huelga de hambre de la activista Saharaui. También firmó el documento de apoyo al juez Garzón.


Era una persona y un escritor muy comprometido con la causa de la izquierda, ( yo siempre me he preguntado porque la mayor parte de los grandes escritores a nivel universal suelen simpatizar mas con la izquierda, quizás es porque las historias sobre las luchas por las libertades y la igualdad son mas atractivas, literariamente, que el capitalismo y las dictaduras).También era ateo declarado, y así lo demostró en alguno de sus libros como "El Evangelio según Jesucristo".
Es curioso leer que el periódico del Vaticano, L'Observatore Romano ha calificado a José Saramago como "populista extremista", esa calificación para el poseedor de un premio Nobel y para quién aun está de cuerpo presente, habla muy a las claras de la capacidad de perdón y de caridad cristiana de que es capaz en la actualidad el Papa y el Vaticano.

Ha sido el único premio Nobel en lengua portuguesa, y sus cenizas serán repartidas entre su pueblo en Portugal y la isla de Lanzarote, de la que era un auténtico enamorado, así es que un cachito de ese premio Nobel nos tocaba, y hay que estar orgullosos de ello.



Lástima que este no sea un final felíz, ¡o quizás sí, quien sabe...!

Descansa en paz, Saramago y prometo leer algún libro tuyo