Pakito el Chocolatero - MIke Oldfield
A las ocho de la mañana empieza el jaleo, ejercitos de crios y jovencitos, también gente de edad, animados por la cada dia que pasa mas agotada banda de música, lanzan explosiones sin cesar, en forma de petardos, masclets, y todo tipo de parafernalia pirotécnica, despertando de su sueño, esté cansado o no, trabaje o no, a todo humano que aun no se haya dado cuenta de que un año mas han llegado las fallas...
Con sueño o sin el, tienes que ir a trabajar, esta semana tienes el turno de tarde en la fábrica.
El coche lo dejaste aparcado en la acera de tu calle, que ya han cortado porque han colocado una gran caseta y algún tablao, además de la propia falla. Una vez dentro del vehículo, observas que no puedes ir hacia delante, así es que sales marcha atras, durante ciento cincuenta metros, hasta el final de la calle, no tienes mucha costumbre de conducir así, y en mas de una ocasión a punto estás de rascar alguno de los coches aparcados en los lados de la calle, por lo que continuamente tienes que frenar y hacer maniobra para evitarlo.
Finalmente, consigues salir de tu calle, ya muy estresado porque llegas tarde, te fijas que el resto de las calles del cruce también estan cortadas por otras fallas del sector, con sus correspondientes casetas y/o tablaos, y que solo hay una salida y encima es dirección prohibida. Siempre te olvidas, pero cada año es lo mismo. Con cuidado, para no tocarte con los otros coches que vienen en dirección contraria y que te están diciendo de todo porque les estás invadiendo su carril y vas en contra dirección, vas avanzando muy despacito.
De repente ves que al atoramiento que tienes, se le va a sumar otro que te llena de pánico, de cara a ti, también muy despacio y sorteando los coches aparcados en doble fila viene un camión de reparto de la Coca-Cola.
Haciendo un cálculo mental te das cuenta de que físicamente es imposible que pases entre el coche aparcado a tu izquierda, su correspondiente coche aparcado paralelamente en doble fila, el camión de reparto, tú, asustado en tu coche, y el coche que está aparcado a tu derecha, y todo en una calle de barrio, donde ya de por si el camión de reparto tendría dificultades para pasar. Miras por el retrovisor para comprobar si aun puedes dar marcha atras, pero te das cuenta de que detras de tí hay una ristra larga de mas incautos que han caido, como tú, en la trampa.
Te paras, y observas que el conductor del camión te está mirando con ojos asesinos mientras se baja de su cabina, luego se acerca a tí, haciendo todo tipo de aspavientos con los brazos, y llamándote de todo, menos guapo. Tú, y para no hacerle un feo, también te bajas.
Te das cuenta, demasiado tarde, que el susodicho camionero mide aproximadamente uno noventa, mal medidos, y que tiene unos brazos, curtidos en horas y horas del gimnasio de la calle como es el camión, y que serían la envidia de Popeye despues de haberse atiborrado de espinacas.
Intentas hacerle ver, con las mejores y mas amigables palabras que tu estress, tu creciente mal humor y tu temblor ante aquel gigante que tienes delante, te permiten, que tu no tienes la culpa, que son cosas de las fallas, y que hay que buscar una solución, al final y entre el estridente escándalo de los cada vez mas insistentes pitidos de los claxon de los coches que impacientes aguardan en la cola que se ha provocado, y que apenas os dejan escuchar lo que os decís, el camionero se calma y se aviene a dialogar.
Tras un buen rato deliberando, tú, el camionero y los siete conductores y curiosos que se han arremolinado a vuestro alrededor, llegais a la conclusión de que lo mejor es mover el coche que aparcado en doble fila, y que está salido algo mas de lo normal, os impide el paso.
Así lo hacéis, con la fuerza de cinco hombres, moveis lo justo el coche, que por supuesto tenía el freno de mano echado, para que moviéndote muy despacito, y con tu retrovisor rallado y sacado de su sitio por la rueda del camión al cruzarse, puedas salir del atolladero.
Ya, algo mas animado, sales por fin a la avenida, - ¡menos mal que aquí no hay fallas! - piensas, mientras te paras lentamente en el semáforo que se ha puesto en rojo. De repente ves, horrorizado, que de una calle a tu derecha, empieza a salir un estandarte, seguido de multitud de falleros y falleras, con su banda de música, que al son de Paquito el Chocolatero, anima a toda la barriada, están de pasacalle, y tu te quieres morir, pero no sin antes observar que en la acera, a un metro escaso de donde estais tu y tu coche, han extendido unos quince metros de traca, y que cuando te quieres dar cuenta, alguien, con su tira de mecha naranja, la enciende, la ventanilla del lado del conductor la tenias abierta de antes que habías retraido el retrovisor, por si acaso, y ahora, gracias a ser tan cuidadoso, podías sentir en toda su grandeza, lo que era una "mascletá" de las fallas de Valencia.
Todo el interior del coche se te llena de humo, de restos de pólvora y de papelitos, los oidos te pitan estridentemente, y no oyes nada, ni siquiera los pitidos de los coches que detras de tí, te piden que arranques de una vez.
Una vez que te has quitado ligeramente el aturdimiento, así lo haces, pero solo durante unos segundos, porque apenas a cien metros está el pasacalle que continua bailando al son de Paquito el Chocolatero, mientras provoca que cientos de coches, y en plena avenida, circulen a su marcha, se contagien o no del marchoso ritmo.
¿Pueden echarse a un lado para que pasemos, por favor?, le gritas a un fallero que parece ir dando órdenes al resto, y que pasa por tu lado.
¡Estamos en fallas, "pringao", un poco de paciencia, que siempre estais igual!
Y eso intentas, tener toda la paciencia del mundo, con el coche lleno de humo y de papelitos de la traca, oliendo a pólvora, el retrovisor rallado, el corazón al borde del infarto y un humor de perros, llegas, por fin, a tu trabajo, con cincuenta minutos de retraso, son las dos y cincuenta minutos del dia dieciseis de marzo.Hace "solamente" una hora y media que saliste de tu casa
¡Menos mal que mañana es sábado y no trabajo! - te consuelas - ¡esta noche llamaré a Carmen y saldremos a cenar algo por ahí, ver algunas fallas, y si podemos el castillo de fuegos artificiales, para relajarme!
¡Al fin y al cabo, con las fallas y el mundo fallero no se puede, o te unes al caos o estás perdido! - vas pensando mientras te preparas para escuchar la bronca de tu encargado por llegar tarde.
Expectativas
Hace 4 horas
Jose Vte....jejejejej...una visión particular de las fallas...que me recuerda a otros grandes eventos, el dia que "decides bajar al centro"...expresión que empleamos en Barcelona para ir hacia el casco antiguo, bajar hacia el mar, el paseo de la Barceloneta....en dias de fiesta grande...
ResponderEliminarNo puedes dar un paso, tremendas colas para todo,restaurantes a tope, trafico colapsado y cortado en algunos tramos, suciedad por los suelos....uffff¡¡¡ yo queria ser positiva y decirte que con lo bonita que teneis Valencia, su centro de ciudad tan limpia en las fachadas, tan restaurada...y tambien felicitarte porque empiezan la fiesta grande de tu Comunidad...¡¡ las falas!!..pero...vista como tu la has descrito...mejor me callo.
Hola Anna, está claro que le he querido dar un tono festivo-burlón a la narración, hacerlo muy "fallero", pero todo cuanto he contado es real, y a muchísima gente le ocurre a diario.
ResponderEliminarLas fallas son unas fiestas que tienen esa doble dualidad, la fiesta la tienes en la puerta de tu casa, de todas las casas, pero si quieres disfrutar de algo, tienes que hacerte, a patita, un montón de klómetros, por la ciudad, ya que tanto las fallas interesantes, como los espéctaculos están distribuidos por el centro y algunos barrios de Valencia.
Pero bueno, al final a todo te acomodas y de alguna u otra manera te integras. Mi mujer ha sido fallera durante muchos años, y ahora lo es mi hija pequeña.
Todos los elementos que componen las fallas, uno a uno son muy artísticos e impresionantes, todos ellos mezclados y a la vez, son el caos mas absoluto.
Un saludo
Muy bueno el Mike Olfield con el casiotone, dando las notas de Pakito el Chokolatero, jeje, así son las fallas nos gusten o no, si no te gustan lo mejor que puedes hacer si puedes, es pillarte cinco días de vacaciones a cuenta, y largarte a una casa rural de Cuenca o Teruel, a disfrutar del silencio el buen yantar, y la meditación, si no te gustan y no tienes esa posibilidad, pues lo tienes claro, paciencia, tapones, o en el peor de los casos unirte al caos, ponerte un blusón un pañuelo en el cuello, unas cajas de masclés y a hacer añicos los oidos de los transeuntes, después de haberte atiborrado de buñuelos y chocolate a precios prohibitivos, asi están las cosas, hay quien se muere por disfrutar estos dias al precio que sea, hoy sin ir más lejos hemos ido a la mascletá y no daba crédito los miles de personas que atiborrabamos la plaza del ayuntamiento, que solo para salir nos ha costado como tres cuartos de hora, a paso de tortuga, y siempre temiendo que alguien se caiga o empuje, nos vayamos todos a tomar viento, caigamos como fichas de dominó y seamos aplastados por la ingente masa humana, menos mal que al final siempre sale uno victorioso del lance, hoy viene familia del pueblo y no tenemos más remedio que llevarnoslos a la nit del foc, a ver las virguerias que diseñan los pirotécnicos, con gran dolor para nuestros cansados pies, pero es lo que hay, fallas, polvora, buñuelos, andar, de todas maneras tambien os puedo contar como se viven las fallas desde dentro, pues uno ha estado en algún momento desempeñando tal y cual cargo dentro del organigrama de una falla, pero eso es otra historia.........
ResponderEliminarJulián