“En uno de los vaivenes por mantenernos estables, mi pierna derecha,
la misma que llevaba dándome guerra toda la vida, justo en aquel momento
se desconectó. Era algo que en ocasiones ocurría y para lo que nunca
estaba preparado, simplemente sucedía que mi cerebro desconectaba y la
pierna desaparecía. Aquellas eran las situaciones algo absurdas en las
que inevitablemente siempre daba con mis huesos en el suelo. Solían ser
esas caídas tontas que nunca sabía aclarar, sencillamente porque no había explicación…”
Es este un pequeño extracto de mi novela “Sueños de escayola” en el que
relato un hecho que, siendo literatura, parte de una realidad.
Nos ocurre a quienes un día enfermamos de polio. Es una de esas secuelas irreparables con las que hemos tenido de convivir. Al menos es mi caso. La pierna, en ocasiones, se desconecta sin más, por un instante deja de existir para el cerebro e inevitablemente nos damos de morros contra el suelo. Los golpes nos enseñan, poco a poco “aprendemos a caer”, y normalmente esas caídas quedan en la simple turbación que producen una risa o una mirada de pena. Para mí, así ha sido durante todos los años de mi vida. Jamás, en las cientos, las miles de caídas que he sufrido, me había roto nada.
Pero el paso del tiempo inexorablemente va mermando esos reflejos. Nos hace vulnerables. Saber caer ya no es suficiente porque estos derrumbes inesperados son cada vez más graves y frecuentes.
Hace algo más de un año una caída me dañó el coxis y durante dos meses estuve con fuertes dolores y sin casi poder andar, ni siquiera con mi habitual bastón. Ayer, otra de esas caídas absurdas, ocurrida como la anterior en casa, estando simplemente de pie y parado, de nuevo mi pierna se cortocircuitó y me desplomé en el suelo.
El resultado: fractura de cúbito y radio y seis semanas con el brazo izquierdo escayolado.
Los médicos, neurólogos y traumatólogos, me explican que esta desconexión, estas caídas, forman parte del envejecimiento natural, que no hay degeneración y que no se puede hacer nada (no me reconocen Síndrome Postpolio).
No sé si preocuparme por el futuro, porque según parece, a mis 57 años, ya estoy mayor.
Nos ocurre a quienes un día enfermamos de polio. Es una de esas secuelas irreparables con las que hemos tenido de convivir. Al menos es mi caso. La pierna, en ocasiones, se desconecta sin más, por un instante deja de existir para el cerebro e inevitablemente nos damos de morros contra el suelo. Los golpes nos enseñan, poco a poco “aprendemos a caer”, y normalmente esas caídas quedan en la simple turbación que producen una risa o una mirada de pena. Para mí, así ha sido durante todos los años de mi vida. Jamás, en las cientos, las miles de caídas que he sufrido, me había roto nada.
Pero el paso del tiempo inexorablemente va mermando esos reflejos. Nos hace vulnerables. Saber caer ya no es suficiente porque estos derrumbes inesperados son cada vez más graves y frecuentes.
Hace algo más de un año una caída me dañó el coxis y durante dos meses estuve con fuertes dolores y sin casi poder andar, ni siquiera con mi habitual bastón. Ayer, otra de esas caídas absurdas, ocurrida como la anterior en casa, estando simplemente de pie y parado, de nuevo mi pierna se cortocircuitó y me desplomé en el suelo.
El resultado: fractura de cúbito y radio y seis semanas con el brazo izquierdo escayolado.
Los médicos, neurólogos y traumatólogos, me explican que esta desconexión, estas caídas, forman parte del envejecimiento natural, que no hay degeneración y que no se puede hacer nada (no me reconocen Síndrome Postpolio).
No sé si preocuparme por el futuro, porque según parece, a mis 57 años, ya estoy mayor.
Se me ha borrado el comentario, ha desaparecido cuando di a "publicar", en fin te decía que a mi también me sucede, desconecto por un instante, pero no da tiempo a caerme, al menos, hasta ahora, nunca me he caido, solo tengo que quedar quieto sin moverme una fracción de segundo y ya está, luego a lo mejor tardan meses a que suceda de nuevo, y yo no tuve polio, solo una operación de pequeño en un tobillo por principio de gangrena, me sucede en el pié operado.
ResponderEliminarEn fin, que te mejores rápidamente y que todo se solucione bien.
Salud
Hola Genin, sí, sin duda es lo que diferencia lo que comentas que te sucede con los que tuvimos polio. En nuestro caso es un problema neurológico, apenas nos quedan neuronas motoras en los miembros afectados, y éstas (y sin duda muchas del resto del cuerpo) están agotadas y muriendo. Creeme que lo que se siente no es una flojedad o notarla poco y con posibilidad de reaccionar, si no que directamente desaparece, la desconexión entre el cerebro y la neurona de la pierna (que al fin y al cabo es un impulso electrico)desaparece, como el castillo de naipes al que le quitas una de la base, se derrumba.
EliminarPero bueno, supongo por tu experiencia propia entiendes lo desagradable que es cuando sucede. lo malo es que en mi caso últimamente está trayendo consecuencias.
Un fuerte abrazo y gracias.
Yo tengo polio y SSP y tienes toda la razón, toda la vida cayendo, aprendes o tienes la suerte de no romperte ningún hueso. Vas cumpliendo años y las caídas se hacen más frecuentes y sin razon aparente hasta que un día te caes tres veces seguidas, ante el pasmo de las personas que te están ayudando y te das cuenta que es que, ni siquiera tienes fuerzas para levantarte...... Es cuando bajas al infierno de la depresión
ResponderEliminarPues no tengo que explicarte nada que no entiendas y hayas sufrido en tus propias carnes, Matilde.
EliminarYo, de momento me niego a deprimirme, ya han habido demasiadas en la vida.
Cuidate mucho y un abrazo
Cuanto lo siento. Esto de cumplir años es una faena. Hace un año desconectó ni pierna para izda. Me caí y se esquinzó un tobillo, pruebas médicas diversas, descubrimiento de un nuevo achaque .... y a seguir luchando. Mucho ánimo.
ResponderEliminar¡Ay Emejota! no te creas que no lo siento tambien por tí. Yo trataré de cuidarme, pero tú haz lo mismo.
EliminarUn besazo, guapa.
Lo siento mucho, querido José V. Tómatelo como un tiempito en que debes estar un poco más quieto y dejarte mimar mucho. Te deseo pronta recuperación. No estás viejo, dile al mediquillo ese, que no joda. Mucho ánimo.
ResponderEliminarUn abrazo muy inmenso.
Hola Sara, tienes razón, ahora no queda otra que dejarse mimar y tratar de no pasarse de pesado, jaja.
EliminarLlevo estas dos noches pasándolo regular, cuesta encontrar postura de descanso, pero supongo que es algo normal.¡Paciencia!
Como imaginarás, aunque me cueste escribir ahora con una sola mano, he querido aprovechar este accidente para hacer una pequeña denuncia sobre lo dejados que estamos en España y lo mal que se diagnostican estas evoluciones de la polio.
Gracias, y te mando recuerdos y muchos besos.