El sueño de la Malvarrosa

Con un ligero retraso, como tanto ocurre últimamente, actualizo el blog con esta crónica de lo que para mí fue uno de los días más emocionantes de los últimos años.

Aquel día 26 de mayo amaneció caluroso como ya está siendo habitual en esta primavera tan atípica del 2015.  Los nervios fueron culebreando por mi estómago durante casi todo el día; por el acontecimiento tan importante que sucedía esa tarde, la presentación de mi primera novela "Sueños de escayola",y por otro suceso que se sumó sin ser invitado: esto es, los libros que desde hacía varios días ya tenía que haber enviado la distribuidora todavía no habían llegado. Y ahí estaba yo, esperando desesperado; continuas llamadas a Quique, mi editor, este a su vez llamando a la distribuidora y a la imprenta sin que tuviera una respuesta clara y definitiva. Tras la comida, vuelta a esperar impaciente y nuevas llamadas y asomadas al balcón a vigilar. Las tres, las cuatro, las cinco de la tarde. Por fin, a las 18 horas y diez minutos llamaba a casa la furgoneta con los libros. La presentación comenzaba a las 19,30 horas. ¿El corazón? sigue latiendo..., gracias. 

Llegamos al Sanatorio de la Malvarrosa y se abrió para nosotros el Salón Circular. Aquel mismo lugar que 45 años atrás me viera recitar una ardorosa poesía plagada de gestos y de palabras que ensalzaban agradecimiento a Don Álvaro López por sus inmensos cuidados, ahora se transformaba en el púlpito donde revelaría como un montón de recuerdos se habían transformado en unos Sueños de escayola. La gente comenzó a llegar, y mis chicas: Conchín, Irene y Laura, se convirtieron en las guías ideales, pendientes de todo, mientras yo recibía a tantos amigos que se alegraban conmigo. Es imposible explicar la emoción que yo sentía en aquellos momentos mientras saludaba a mis compañeros de las Aulas de Mayores, donde tanto disfruto aprendiendo a contar historias, a mis hermanos, a algún que otro primo y a familiares que quisieron estar conmigo; a antiguos compañeros de trabajo y a los amigos que en las redes dicen me gusta; a jueveros que ya casi son como de mi familia, a quienes del propio hospital tantas puertas me abrieron: Josefina Chirivella, Mª José Gómez, el dr. Carlos Pérez, y a quienes no se separaron nunca de mi nostalgia: sor Mercedes Gómez y Javier Gramaje que estuvieron sin estar como otros que también sentí en espíritu; a los amigos que apenas conocía y a otros que la polio enseño antes que a nadie sus propios sueños de escayola; a Quique Olmos que se atrevió a editarme, a Elena Torres porque entre dulces palabras citó a Machado y por supuesto a mis padres, que un día ya lejano lo sacrificaron todo tras unas fiebres traicioneras en las vísperas de San Pedro.

Y por fin, entre miles de bichines mariposeando dentro de mi barriga, comenzó la presentación propiamente dicha. La inició Quique Olmos, que ensalzó la labor editorial y los motivos por los que se decidió apostar por la novela; luego dio paso al emotivo video que una sobrina, Carla Ruiz, montó para promocionar el libro y que todavía consigue emocionarme cada vez que lo veo. Después, Elena Torres, mi profesora de Creación Literaria y excelente poetisa, consiguió erizarme la piel pronunciando con sensibilidad palabras dedicadas a los sueños y a la pasión de escribir, citando a Flaubert, a Soledad Puértolas, al poeta valenciano Cesar Simón, a Blasco Ibáñez y a Machado, en una reflexión emotiva que ya ha traspasado la hoja de papel para alojarse para siempre en mi memoria. Otro video siguió a las palabras de Elena. Era “Tiempos de azúcar”, el poema dedicado a todas aquellas infancias diferentes que abre “Sueños de escayola” y que está recitado por Irlanda Martínez,una preciosa mexicana de corazón solidario, que un día, desde su Chihuahua natal, quiso regalarnos todo su programa de radio a mi novela, a mí, y sobre todo a la enfermedad que un día fue maldita: la polio.
Este momento es de lo poquito que he podido salvar de una grabación donde el sonido falló. Os invito a verlo aun con su escasa calidad:

Cuando me tocó intervenir, traté como pude de templar unos nervios que eran difíciles de sujetar. Fue cuando me di cuenta de lo complicado que es hablar de sentimientos y emociones, de recuerdos y vivencias, de unos tiempos tan difíciles y de un lugar, el Sanatorio de la Malvarrosa; de un universo conformado de gentes y del mar, de la arena y el muro, también lo que se encontraba más allá de ese muro; y de unos personajes, reales e inventados, que son algo más que mis hijos. Porque sor Manuela, Don Álvaro, el Cordobés, Ceferino, Daniel, Sebastián, Lourdes… hace ya tiempo que pasaron a formar parte intrínseca de mí mismo.

Las preguntas que siguieron fueron muchas, evocadoras e intensas, y curiosamente me sentí entre ellas mucho más a gusto que soltando mi propia, y en ocasiones, espesa plática. Entonces sucedió que durante apenas un segundo, el pasado y el presente se dieron la mano en ese Salón Circular revestido de precioso azulejo valenciano y, sobrepasando tantas sillas ocupadas, mi universo se tiño de color sepia y me vi rodeado de habitaciones largas y llenas de camas blancas, de médicos y de monjas, de soledad y de miedo, de llantos de niños y de gritos de dolor, pero también de compañerismo, de amistad, de cariño, de amor, de luna limpia y de playa azul, pero, y sobre todo, de unos muros interminables que todo lo rodeaban...   
  —¿Me lo dedicas?  —preguntó la voz que me devolvió a la realidad. 

En este enlace podéis ver otra crónica que una amiga, Morgana Inkwand, ha publicado sobre la presentación de Sueños de escayola en la Malvarrosa. Todo mi agradecimiento para Sonya.

 

Desde aquí quiero anunciar que el próximo día 11 de Junio estaré presentando Sueños de escayola en Málaga, dentro de los actos de la exposición "Rostros de la Polio", organizado por AMAPyP (Asociación Malagueña de afectados Polio y Postpolio)

Y otra presentación: El Jueves día 18 a las 20 horas. En el local de Personas Mayores de Benimamet, en Valencia. Dentro de la Semana Cultural.

ESTÁIS TODOS INVITADOS.
Os iré informando de las siguientes novedades que hay pendientes de confirmar. Y por supuesto, de corazón, muchas gracias.